Después de cuatro años Intel dijo el jueves que su planta de semiconductores Fab 52 en Chandler, Arizona, está produciendo sus primeros chips. La compañía también compartió más detalles sobre las tan esperadas CPU que producirá en las instalaciones utilizando la nueva tecnología de proceso 18A de Intel.

El anuncio se produce apenas seis semanas después de que la administración Trump adquiriera una participación del 9,9 por ciento en Intel a cambio de 8.900 millones de dólares en acciones. La fabulosa apertura, aunque lleva mucho tiempo en proceso, es la primera gran oportunidad para que el fabricante de chips estadounidense en dificultades convenza a la industria tecnológica en general de que puede producir algunos de los chips más avanzados del mundo a escala y que la inversión de la Casa Blanca podría dar frutos.

A fines del mes pasado, Intel invitó a docenas de analistas y socios comerciales, junto con un puñado de periodistas, a recorrer Fab 52. La gira ofreció una visión extremadamente rara del mundo de la fabricación de chips moderna, donde los robots realizan la mayoría de las tareas, las máquinas de litografía del tamaño de autobuses escolares imprimen patrones microscópicos en obleas de silicio y los trabajadores se arrastran con “trajes de conejito”, botines, gafas y guantes anticontaminación. (Los invitados también deben usar trajes). Intel dice que el aire dentro de la fábrica se recicla cada seis segundos.

Todo esto es para evitar la contaminación de las frágiles obleas de silicio sobre las que funciona toda la industria informática. Si una sola mota de cualquier cosa cae sobre una oblea, ésta puede sufrir daños irreparables.

Hacer o deshacer

Intel dice que su Fab 52 técnicamente ha estado operativo desde julio, y la nueva generación de chips que se fabrican allí, denominada Panther Lake y Clearwater Forest, lleva años en proceso en este momento.

Pero Intel decidió mostrar su nueva fábrica en un momento crítico para la empresa. La instalación está diseñada para fabricar chips mediante un nuevo proceso, llamado 18A, que se supone que producirá productos más potentes y eficientes. “Se supone que debe hacerlo” es clave: el destino a corto plazo de Intel depende de si puede producir semiconductores que sean lo suficientemente impresionantes como para no sólo atender a sus clientes habituales de hardware y computadoras, sino también atraer empresas de inteligencia artificial con grandes sumas de efectivo para gastar en chips avanzados y centros de datos.

Durante el recorrido, los ejecutivos de Intel enfatizaron que Fab 52 es la planta de fabricación de chips más avanzada del mundo. Eso puede ser técnicamente cierto: las fábricas o fundiciones de la compañía “son conocidas y respetadas desde hace mucho tiempo en la industria por hacer posible el próximo nodo”, dice Austin Lyons, analista de Creative Strategies y fundador de Chipstrat, una publicación sobre semiconductores. A principios de la década de 2010, por ejemplo, Intel logró otro nodo importante, o avance en el proceso, cuando introdujo la tecnología de chip de 32 nanómetros. (Sus últimos chips son de 2 nanómetros).

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