Nos estamos convirtiendo en un planeta de urbanitas, incluso aquí en la selva amazónica hay casi 22 millones de personas que viven en ciudades como Belém, por lo que es crucial combinar la preservación con el desarrollo sostenible e inclusivo para esas comunidades. En todo Brasil y en todo el mundo, las ciudades ya están afrontando este desafío. Están reverdeciendo las calles, sirviendo almuerzos sostenibles y nutritivos a los escolares, manteniendo a los más vulnerables a salvo del calor y las inundaciones, diseñando áreas urbanas que satisfagan las necesidades de las personas (no de los automóviles) y creando buenos empleos verdes para todos.
Cada país tiene su historia de inundaciones, olas de calor, incendios forestales o tormentas sobrealimentadas que golpean con más fuerza en los lugares menos capaces de hacer frente.
La semana pasada, ambos nos unimos a alcaldes, gobernadores y líderes regionales que representan a más de 14.000 ciudades, pueblos, estados y provincias en el Foro de Líderes Locales COP30 de Bloomberg en Río de Janeiro. Fue la reunión más grande y diversa de líderes climáticos subnacionales de la historia y envió un mensaje inequívoco a los gobiernos nacionales: el liderazgo local ya está cumpliendo y está listo para ir más lejos.
Tras este momento histórico e impulsadas por la voluntad de la presidencia de la COP30 de poner en primer plano la acción climática urbana, las ciudades llegaron a la COP30 con tres ofertas claras:
- Asóciese con nosotros para implementar planes climáticos nacionales y convertir las estrategias en resultados que mejoren vidas.
- Invertir en la cartera de proyectos locales. Más de 2.500 proyectos buscan apoyo y miles más pueden seguirlos si hay voluntad política.
- Hacer de la COP un lugar de acción y rendición de cuentas donde el progreso se mida no en promesas sino en aire más limpio, reducción de riesgos para la salud y empleos verdes creados.
Si los países aceptan estas ofertas, el proceso de la COP en sí puede evolucionar de la negociación a la entrega, de las promesas a la prueba de que los objetivos del Acuerdo de París no sólo pueden acordarse sino también cumplirse.
Esto no es sólo una teoría. Ya está sucediendo aquí. Bajo el liderazgo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil ha incorporado el “federalismo climático” en la política nacional, vinculando al gobierno federal, los estados y los municipios en una acción coordinada por el bien de todos los brasileños y del planeta.
Las investigaciones muestran que, en los países que forman parte de la Coalición para Asociaciones Multinivel de Alta Ambición para la Acción Climática (CHAMP), la colaboración entre gobiernos nacionales y subnacionales podría cerrar el 37 por ciento de la brecha de emisiones globales necesaria para mantenerse en un camino alineado con París. Lanzado en la COP28, CHAMP ya incluye 77 países y continúa creciendo. Brasil está mostrando cómo se ve esto en la práctica y está inspirando a más países a tomar medidas.





