La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una de las mayores amenazas para la salud pública del siglo XXI y podría dificultar mucho el tratamiento de las infecciones cotidianas, según la OMS. Es causada principalmente por el uso excesivo y mal uso de medicamentos, lo que permite que los patógenos se vuelvan resistentes, y se ve alimentada por un saneamiento deficiente y la falta de agua potable. La RAM bacteriana mató a 1,27 millones de personas en 2019 y contribuyó a otros 4,95 millones de muertes ese año.
“La resistencia a los antimicrobianos está superando los avances de la medicina moderna, amenazando la salud de las familias en todo el mundo”, afirmó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “A medida que los países fortalecen sus sistemas de vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos, debemos utilizar los antibióticos de manera responsable y asegurarnos de que todos tengan acceso a los medicamentos adecuados, a diagnósticos de calidad garantizada y a vacunas”, añadió.
El nivel medio de resistencia a los antibióticos en Europa fue del 10,2 por ciento, la segunda tasa más baja de cualquier región y por debajo del promedio mundial del 17,2 por ciento.
La mayor amenaza proviene de las bacterias gramnegativas, que incluyen E. coli y K. pneumoniae, y se encuentran entre las infecciones bacterianas más graves. Más del 40 por ciento de las E. coli y el 55 por ciento de las K. pneumoniae en todo el mundo son resistentes al tratamiento de primera elección, según el informe.
Otras preocupaciones incluyen la bacteria que causa la gonorrea, que ha desarrollado resistencia a todos los medicamentos disponibles para el tratamiento de primera línea. Un fármaco, la ciprofloxacina, ya no es adecuado debido a la resistencia generalizada, mientras que otro, la azitromicina, ha sido eliminado del tratamiento habitual. La resistencia a la azitromicina es mayor en la región europea con casi el 26 por ciento.
A medida que las bacterias se vuelven resistentes a los antibióticos de primera línea, los médicos deben depender cada vez más de tratamientos de último recurso, que son más caros y de más difícil acceso, especialmente en los países de ingresos bajos y medios.
El desarrollo de nuevos antibióticos se ha detenido debido a la falta de un mercado rentable y de incentivos para que las empresas privadas inviertan en ellos. La Comisión Europea ha propuesto un “bono” de exclusividad para incentivar a las empresas que desarrollen nuevos antibióticos como parte de su farmacéutica paquete. El Parlamento Europeo también quiere introducir recompensas de entrada al mercado para nuevos medicamentos y un modelo de pago de suscripción de la UE: propuestas que actualmente se están debatiendo para mejorar las normas farmacéuticas de la UE.
Otros modelos, como la Asociación Mundial para la Investigación y el Desarrollo de Antibióticos, buscan desarrollar nuevos antibióticos sin fines de lucro.