La tan esperada solución a la crisis climática de Gran Bretaña finalmente podría estar aquí.
Los científicos han identificado ocho sitios potenciales para las “máquinas de captura directa de aire” (DAC), que extraerían CO2 del aire y lo convertirían en piedra.
Las ocho ubicaciones prometedoras incluyen Antrim en Irlanda del Norte, Borrowdale en el Distrito de los Lagos y la Isla de Mull en Escocia.
Según los expertos, los sitios contienen una gran cantidad de roca volcánica bajo tierra que reaccionaría con el CO2 y convertiría el gas de efecto invernadero en una forma sólida.
Combinados, los ocho sitios podrían almacenar de forma segura más de tres mil millones de toneladas de CO2, equivalente a alrededor de 45 años de emisiones industriales del Reino Unido.
Los investigadores creen que el Reino Unido ofrece un “importante potencial de almacenamiento de CO2” como arma contra el cambio climático.
El profesor Gilfillan, geoquímico de la Universidad de Edimburgo, líder del estudio, afirmó que “necesitamos urgentemente soluciones de almacenamiento de carbono” como ésta para reducir el CO2 en la atmósfera.
“Sugeriríamos que estos posibles sitios de almacenamiento sean parte de la consideración para la ubicación de futuros sitios DAC en el Reino Unido, especialmente para las primeras pruebas”, dijo al Daily Mail.
“La mineralización de CO2 ofrece al Reino Unido más espacio para almacenar CO2, lo que se suma al enorme recurso que ofrecen las rocas bajo el Mar del Norte”.
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Los investigadores analizaron la geología, la química y el volumen de rocas reactivas de 21 sitios en todo el Reino Unido, principalmente en el norte.
Calcularon cuánto CO2 podía contener cada grupo de rocas combinando el área de superficie y el espesor de las rocas con detalles de su química.
En total, ocho hicieron la selección final debido a su idoneidad, con los basaltos de Antrim Plateau en Irlanda del Norte en lo más alto de la lista.
Las estimaciones de rango medio encontraron que la meseta de Antrim ofrecía el mayor potencial de almacenamiento de 1.400 millones de toneladas de CO2.
Los siguientes fueron Borrowdale en Lake District y Skye Lava Group en las Hébridas Interiores de Escocia, que se estima ofrecen 700 millones de toneladas y 600 millones de toneladas de almacenamiento, respectivamente.
Completando los ocho primeros se encuentran Shetland Ophiolite Suite (Islas Shetland), la Isla de Mull (este de Escocia), los intrusivos Isle of Rum (Hébridas Interiores), Ballentrae Ophiolite Complex (suroeste de Escocia) y Lizard ofiolite (Cornualles, Inglaterra).
En estos sitios, las empresas podrían obtener licencia para construir máquinas “chupadoras de carbono” similares a las de la empresa Climeworks, con sede en Zurich, que ya ha instalado máquinas en Suiza e Islandia.
Estas máquinas constan de una pila de enormes ventiladores de acero que aspiran CO2, disuelven el gas en agua y lo bombean a gran profundidad.
Los investigadores analizaron la geología, la química y el volumen de rocas reactivas de 21 sitios en todo el Reino Unido, pero ocho se consideraron adecuados.

Las máquinas succionadoras de carbono constan de una pila de enormes ventiladores de acero que aspiran CO2, lo disuelven en agua y lo bombean a gran profundidad. En unos pocos años, el CO2 se vuelve sólido.
Al cabo de unos años, el CO2 se convierte en un mineral sólido llamado carbonato cuando entra en contacto con determinadas rocas ricas en metales como el hierro, el calcio y el magnesio, un proceso conocido como mineralización del carbono.
En esencia, el método almacena CO2 de forma segura como un sólido subterráneo, reduciendo la cantidad de gas de efecto invernadero que llega a la atmósfera.
Según los autores del estudio, las rocas en estas ocho áreas son ricas en calcio y magnesio que se unen fácilmente al CO2 para formar carbonato sólido, lo que sugiere que serían ubicaciones ideales.
“La mineralización de CO2 en formaciones reactivas tiene el potencial de permitir un almacenamiento permanente, escalable y seguro de CO2 a un coste asequible”, escriben en su artículo, publicado en Earth Science, Systems and Society.
“Será necesario un almacenamiento seguro y permanente de CO2 para limitar el calentamiento global a entre 1,5 y 2 °C por encima de los niveles preindustriales.”
Según el profesor Gilfillan, los próximos pasos son evaluar en detalle la “porosidad efectiva y la reactividad de la roca” en cada sitio.
“Esto nos dirá con qué eficacia cada formación puede mineralizar CO2 en la práctica”, afirmó.
Proyectos piloto en Islandia y Estados Unidos ya han demostrado que el CO2 se mineraliza de forma rápida y segura y ahora el gobierno del Reino Unido está analizando esta tecnología.
Ya ha iniciado negociaciones con Climeworks para instalar una máquina equivalente, llamada Silver Birch, que se construiría en Stanlow, cerca de Liverpool.

Capturar CO2 y almacenarlo bajo tierra reduce la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera y ofrece potencialmente una solución al calentamiento global.
Sin embargo, los críticos advierten que la captura y el almacenamiento de carbono no abordan la causa fundamental del calentamiento global: la liberación de CO2 procedente de la quema de combustibles fósiles.
La organización medioambiental Greenpeace ha calificado la captura de carbono como una “estafa” que depende del dinero “del erario público”.
Stuart Haszeldine, profesor de captura y almacenamiento de carbono en la Universidad de Edimburgo, que no participó en este nuevo estudio, calificó los proyectos de CAC como “un trato con el diablo”.
“El almacenamiento de dos o cinco millones de toneladas de CO2 al año no debería convertirse en una excusa política para liberar decenas o cientos de millones de toneladas adicionales de CO2 mediante el desarrollo de nuevas extracciones de petróleo y gas a través de muchas decenas de nuevas licencias”, afirmó el profesor Haszeldine.
Otras preocupaciones son que el proceso en sí consume mucha energía y, por lo tanto, podría hacer subir los precios de la energía.
La tecnología también plantea problemas de seguridad: después de almacenarse bajo tierra, algunos expertos temen que el CO2 pueda filtrarse y contaminar los suministros de agua cercanos o crear temblores causados por la acumulación de presión bajo tierra.







