VIVA – En los últimos meses, las redes sociales en China continental se han llenado de cargas sombrías que luego se eliminan rápidamente. Los ciudadanos comparten historias sobre la creciente muerte súbita entre los jóvenes y medianos, muchos de los cuales se deben a ataques cardíacos, cáncer de hígado, a otras fatiga crónica, como se informó thesingaporepost.

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Aunque la narración oficial aún no está clara, las voces del público en general muestran una crisis más profunda, que está arraigada no solo en biología, sino también en gobernanza.

Desde blogueros que lamentaban a los compañeros de clase hasta las familias que perdieron familiares a la edad de 30 a 40 años, estas anécdotas forman una imagen preocupante. En algunas áreas, la muerte súbita incluso se convierte en una rutina que da lugar a nuevos hábitos en el ritual del duelo.

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Una mujer de unos 40 años señaló que más personas de su generación murieron que sus abuelos. Según los informes, un oficial del hospital advirtió que la sala de emergencias ahora tenía miedo a los pacientes nacidos en los años ochenta y noventa porque muchos llegaron en un estado de desmayado debido a fatiga, ansiedad o insomnio.

En Guangdong, alguien afirma que más de la mitad de sus compañeros han muerto. En Shandong, un ex jefe murió de cáncer de hígado a la edad de 39 años. En Jiangxi y Fujian, la muerte súbita ocurre tan a menudo que el ritual del duelo se ha convertido en una rutina.

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Este no es un incidente aislado. Estos incidentes reflejan la disminución de una comunidad más amplia, que no puede explicarse solo por elecciones individuales. Por el contrario, la raíz del problema parece estar en el ecosistema tóxico formado por la negligencia de las políticas durante años, la corrupción sistémica y la reticencia del gobierno a lidiar con las consecuencias de sus propias decisiones.

La industria china de comida y farmacia ha estado plagada por el escándalo. Desde leche contaminada hasta melamina hasta vacunas falsas, el patrón es común: las empresas orientadas a las ganancias operan bajo una supervisión débil, facilitadas por funcionarios que se cubren o participan activamente en un esfuerzo por encubrir.

Como resultado, la comunidad rutinariamente expuesta a productos contaminados, a menudo sin su conocimiento. Aparato de regulación PKT, aunque el área en papel, se demuestra que la práctica es frágil. La inspección es esporádica, la aplicación de la ley es selectiva y el reportero es silenciado.

En las zonas rurales, las clínicas sin permiso y medicamentos a continuación son rampantes. En el centro de la ciudad, los alimentos procesados ​​que están llenos de aditivos y venenos dominan los estantes de los supermercados. El efecto acumulativo es una intoxicación lenta en la población, lo que se manifiesta en aumentar el número de cáncer, enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos.

Sin embargo, la respuesta del gobierno sigue siendo tibia. En lugar de tratar una crisis directamente, las autoridades a menudo usan sensores y negación. Se subestiman los informes de enfermedades. La muerte se asocia con “causas naturales”. Y cuando aparece la epidemia, como Covid-19 o la peste de Chikungunya recientemente en Guangdong, la prioridad no es una detención, sino una ocultación.

Aunque se ha anunciado la declaración oficial de victoria sobre Covid-19, muchos ciudadanos chinos informan la peste en curso. Los médicos admiten personalmente que el virus nunca se ha perdido por completo.

Los profesionales de la medicina tradicional describen el flujo continuo de pacientes con síntomas permanentes, muchos de ellos fallan con la medicina occidental y ahora están buscando alternativas. Sin embargo, la mención de Covid-19 se considera un tabú políticamente.

PKT ha prohibido el reconocimiento público de la persistencia del virus, y prefiere formar narraciones basadas en intereses políticos en lugar de la realidad epidemiológica.

Este desenfoque intencional tiene consecuencias reales. Sin datos precisos, el hospital no se puede preparar. Sin transparencia, los residentes no pueden protegerse. Y sin responsabilidad, el ciclo de enfermedad y la muerte continúa sin control.

Además de la salud física, el impacto psicológico de la vida bajo el gobierno de PKT es cada vez más evidente. Los jóvenes enfrentan una presión interminable, que van desde la competencia académica, la incertidumbre económica, hasta la supervisión digital.

La cultura laboral excesiva, junto con oportunidades cada vez más estrechas y mayores costos, ha creado una generación que está al borde de la destrucción. El insomnio, la ansiedad y la fatiga son cosas endémicas. Y cuando estas condiciones se combinan con desnutrición, entorno contaminado y servicios de salud inadecuados, las consecuencias son realmente poderosas.

El papel del gobierno en este declive no es pasivo. A través de sus políticas, propaganda y supervisión, el gobierno ha creado una sociedad donde el bienestar está subordinado con productividad, y las diferencias de opinión se equiparan con discapacidad. Se espera que los ciudadanos sobrevivan, no cuestionen. Para sobrevivir, no desarrollar.

Lo que emerge de este paisaje es un retrato de gobernanza que prioriza el control sobre el tratamiento. La negativa del PCCh a reconocer el fracaso de la salud pública no es solo una cuestión de autoestima; Más bien es una característica estructural de su poder. La información se gestiona con fuerza. Las estadísticas se manipulan, y cuando la crisis logró penetrar el límite, la crisis se volvió a marcar rápidamente como un incidente aislado o conspiración extranjera.

Esta estrategia puede mantener la estabilidad a corto plazo, pero tiene consecuencias a largo plazo. La confianza erosionó. Las instituciones se vuelven vacías. Y la gente reclamada por el estado de ser protegida comenzó a actuar injustamente, prematuramente y sin explicación.

Si se pueden confiar en las historias que surgen del mundo subterráneo virtual de China, este país se enfrenta a un desastre de salud comunitaria de lento movimiento. Desastres que no pueden ser culpados por completo de virus o opciones de estilo de vida.

Esta crisis nació de la corrupción, la negación y los modelos gubernamentales que consideran la transparencia como una amenaza. La pregunta ahora es si el PCCh continuará ocultando esta verdad o si el número de víctimas que continúan creciendo nos obligará a arrepentirnos. Por el bien de aquellos que todavía están vivos, solo podemos esperar que el silencio ya no sea una respuesta estándar al sufrimiento.

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Como resultado, la comunidad rutinariamente expuesta a productos contaminados, a menudo sin su conocimiento. Aparato de regulación PKT, aunque el área en papel, se demuestra que la práctica es frágil. La inspección es esporádica, la aplicación de la ley es selectiva y el reportero es silenciado.

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