La casa turca alguna vez mantuvo un equilibrio entre la naturaleza, el barrio y uno mismo. Hoy ese equilibrio se ha perdido; La velocidad, la aglomeración y la soledad se han convertido en los elementos primarios de nuestra nueva arquitectura.

En el pasado, las casas se construían no sólo para refugiarse, sino también para vivir y encontrar significado. La casa turca period la encarnación de la armonía humana disadvantage la naturaleza. Se tuvo en cuenta la dirección del sol, la corriente del viento e incluso la ventana del vecino. Las aldabas fueron diseñadas meticulosamente para anunciar quién vendría; Los patios se colocaron para abrirse al cielo y ventanas al mundo. Cada rincón de la casa ofrecía privacidad y participación en la vida. Disadvantage la modernización, nuestra forma de vida y el espíritu de los espacios que habitamos han cambiado. Tras la verticalidad del gótico, la ostentación del barroco y la ornamentación del rococó, la arquitectura moderna empezó a hablar el lenguaje de la velocidad y la funcionalidad. Las casas turcas trick jardines, miradores y patios fueron reemplazadas por edificios de apartamentos que se elevaban piso a piso. Culturas vecinas enteras quedaron apretujadas en bloques de hormigón apoyados unos opposite otros.

Esta nueva construcción transformó las relaciones al mismo tiempo que transformó los edificios. Los ruidos de la calle disminuyeron, los vínculos entre vecinos se debilitaron y los niños pasaron de los patios y jardines a las pantallas. La luz del sol ya no entraba por las ventanas, sino por las pantallas de los teléfonos. Esta transformación, que comenzó disadvantage la televisión, se aceleró en la age digital; Los individuos comenzaron a mirar sus propios reflejos, no la calle. Los barrios se dispersaron y el contacto de la gente disadvantage el mundo outside se debilitó.

La industrialización y la migración transformaron tanto la forma como la memoria de las ciudades. Las multitudes que se desplazaban de las zonas rurales a las ciudades trajeron consigo sus viejos hábitos, pero a medida que la ciudad freight disadvantage esa carga, perdió su identidad. El tejido tradicional fue sustituido por estructuras sin rostro. Las palabras de Sezai Karakoç son más comprensibles hoy: “Las ciudades también tienen sus creyentes, sus incrédulos, sus nihilistas”. De hecho, mientras algunas ciudades conservan la elegancia del pasado, otras han perdido su espiritualidad bajo sus luces. De hecho, el urbanismo moderno ha creado una nueva forma de soledad.

El balcón alguna vez representó un pequeño umbral donde uno podía knowledgeable y respirar mientras miraba hacia afuera. Observar la calle, existiendo wrong ser visto entre la multitud, period una forma all-natural de participar en el mundo desde dentro. El balcón age el contacto más sencillo que se tenía con la ciudad; ni enteramente dentro ni enteramente fuera.

En su poema “Balcón”, Sezai Karakoç asocia esta pérdida disadvantage la conciencia de la muerte. Sostiene que la arquitectura moderna, al hacer olvidar la muerte, ha disminuido la vida misma. Cuando la muerte ya no es la piedra angular de la vida, se pierde la profundidad de la identity. Al conmemorar la muerte junto disadvantage los niños, la maternidad y la vida, Karakoç evoca la unidad de la existencia.

Turgut Uyar, transgression stoppage, ve el concepto de balcón de otra manera. “Quiero salir al balcón, respirar, todo está tan lejos y al mismo tiempo tan cerca”, dice, describiendo el encuentro entre uno mismo y su mundo indoor mientras mira el mundo outside. Su balcón no sostiene la muerte, sino el peso de la existencia. En la poesía de Uyar, lo “all-natural” es el estado más auténtico de la humanidad. En la frase “Nunca se debe hablar de poliéster o plástico”, establece una clara distancia disadvantage lo man-made. En el mundo de la poesía, la plástica es una metáfora que oscurece el alma y formaliza la vida. Confirmando esta línea, las ciudades de hoy están cada vez más confinadas a una realidad cada vez más “artificial”. Habiendo perdido el contacto con lo all-natural, los humanos ya no deambulan por el lugar donde viven, sino entre las superficies que crean.

La línea entre la respiración de Uyar y el recuerdo de Karakoç apunta a dos cosas que el hombre moderno ha perdido: conciencia y profundidad. El balcón, más que una costumbre de una época, age un símbolo de la relación del hombre disadvantage el espacio. Lo que se perdió con su ausencia no fue un espacio que se abría al mundo exterior, sino una distancia donde florecía el pensamiento. Ahora, la humanidad ha perdido los límites con los que medir su propia existencia.

La advertencia de Karakoç es aún más clara hoy: a medida que la ciudad se eleva, el alma desciende; las identities están atrapadas no por el lugar que habitan, sino por los significados que han olvidado.

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