En un campo de juego de fútbol infantil en Chaco se hizo presente una voz que, por su autenticidad y cruda emoción, capturó la atención de todo un país, viralizándose de inmediato. Lejos de los lujos de las ligas profesionales, un pequeño capitán se convirtió en protagonista de una arenga que se volvió viral, resonando en los corazones de miles por su poderosa sinceridad y la genuina pasión que emanaba.
Este líder, con la mochila de haber cosechado varias derrotas, se dirigió a sus compañeros con un mensaje que traslucía la esencia misma del deporte: la frustración, el deseo de superación y la búsqueda de la victoria.
La arenga del nene chaqueño que se volvió viral en las redes
“Hoy no podemos perder, todos los partidos perdimos”, comenzó el joven, señalando una racha de resultados adversos que había dejado una huella en el equipo. La acumulación de caídas, lejos de desmotivarlo, se transformó en combustible para su inspirador discurso.
Lo que realmente conmovió fue la confesión íntima que siguió: “Por eso salí llorando el otro día y no me estoy riendo yo”. La decisión de reconocer su propio dolor y la determinación de no volver a experimentar esa desazón marcaron un punto de inflexión en su mensaje. No fue un reproche; fue una vivencia personal transformada en un imperativo colectivo, un llamado a la acción desde lo más profundo.
Este capitán infantil de Chaco encarnó al líder que, desde el sufrimiento, busca inspirar una reacción en su entorno. La carga de no querer repetir la frustración lo impulsó a hablar con el corazón en la mano, un gesto que atrapó a quienes lo escucharon en la cancha y, después, a miles en las plataformas digitales.
Frente a la desmotivación que puede generar una seguidilla de tropiezos, su llamado a sus compañeros fue contundente y bien conocido en el léxico futbolero argentino: “No podemos perder todos los partidos, muchachos. Hay que poner bola, huevo, huevo hay que poner”. La expresión, propia del fútbol de potrero, encapsula la exigencia de entrega total, coraje, garra y esa determinación necesaria para revertir un mal momento.
El “Dale, dale, dale” final no fue un simple cierre, sino el último empujón para encender la chispa competitiva en cada uno. Capturado en video y compartido con rapidez, ese momento trascendió la cancha de tierra de Chaco para convertirse en símbolo de la pasión infantil por el deporte.