Si corres en ayunas o con bajas reservas de glucógeno, por ejemplo, después de un entrenamiento intenso la noche anterior, vas a depender de otra fuente de combustible: la grasa, la cual proporciona energía en un proceso mucho más lento. “La oxidación de la grasa lleva tiempo”, dice Kirk-Odunubi, “no soporta bien las altas velocidades de carrera, por lo que podrías sentirte lento o con las piernas pesadas”.

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