La selección argentina de fútbol culminó anoche, en Guayaquil, su trayecto en las eliminatorias sudamericanas rumbo al Mundial 2026.
El encuentro ante Ecuador, correspondiente a la fecha 18 y disputado en un estadio repleto con derrota 1-0, tuvo poco de decisivo: el equipo de Lionel Scaloni ya había sellado la clasificación hacía meses y su liderazgo en la tabla era inamovible.
Sin embargo, cada partido de este ciclo tiene un valor más profundo que los puntos: la consolidación de una idea, la renovación de nombres y la construcción de un equipo que sigue mirando hacia adelante.
El duelo frente al conjunto de Sebastián Beccacece –también clasificado– fue más una plataforma de ensayo. Scaloni optó por preservar a Lionel Messi y no pudo contar con el cordobés Cristian “Cuti” Romero, suspendido.
Así, la oportunidad fue para los jóvenes que empiezan a abrirse camino en la selección. Franco Mastantuono, con apenas 18 años y jugador del Real Madrid, recibió nada menos que la camiseta número “10”, un gesto cargado de simbolismo.
También tuvieron minutos Leonardo Balerdi y Giovanni Simeone, en una muestra clara de que el recambio no es un discurso, sino una realidad.
Obviamente, la temprana expulsión de Nicolás Otamendi, a los 31 minutos del primer tiempo, obligó a retocar todos los planes.
Ni hablar el polémico penal que otorgó ya en el descuento del primer tiempo el árbitro colombiano Roldán y que Enner Valencia transformó en gol. La derrota no es más que un accidente breve y olvidable en el cierre de unas eliminatorias brillantes.
Igual, batalló como siempre
En Guayaquil volvió a verse esa identidad de Argentina: presión alta, posesión y una voracidad competitiva que trasciende las circunstancias. Aún jugando con un futbolista menos también fue así. A todas luces.
Clasificada con holgura, Argentina no quiere perder nunca. Esa ambición es la que la coloca, desde ya, como candidata seria a revalidar su corona en la próxima Copa del Mundo, que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá.
El gran interrogante es si Messi dirá presente en esa cita. El capitán dejó entrever, tras el emotivo partido de despedida en el Monumental frente a Venezuela, que su decisión dependerá de cómo se sienta en lo físico y en lo emocional, partido a partido, sin promesas anticipadas.
Su eventual participación será, sin dudas, uno de los ejes centrales en los próximos meses.
Ecuador, por su parte, mostró el sello ofensivo que intenta imponer Beccacece y cuenta con una generación de futbolistas que lo convierte en un adversario de respeto. No es casualidad que ya tenga asegurado su boleto: tiene talento y competitividad.
Argentina cerró con derrota su recorrido eliminatorio con la tranquilidad de haber cumplido con creces.
Más allá de los resultados, lo que perdura es la línea clara que supo marcar Scaloni desde su llegada: un equipo que nunca pierde de vista el hambre de gloria.
En la despedida sudamericana rumbo al Mundial quedó una certeza: la selección no vive de recuerdos, sino que sigue construyendo futuro.