Mientras tanto, compañías privadas como Omni Air International, GlobalX o Avelo Airlines se benefician del auge de contratos con el ICE, en un negocio que mueve millones de dólares. Para los deportados, sin embargo, cada vuelo representa el final abrupto de un proyecto migratorio. Y ahora, por primera vez en el año, esa realidad toca de lleno a ciudadanos argentinos.

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