El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidiouna fecha impulsada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (Iasp) y respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El objetivo es claro: visibilizar una problemática creciente y dolorosa, e instalar la prevención como una prioridad.
La OMS subraya que el suicidio es prevenible, pero advierte que requiere de intervenciones sostenidas, multisectoriales y basadas en evidencia.
No alcanza con atenderlo solo desde el sistema sanitario: la educación, la comunidad, las familias y las instituciones también son parte de la respuesta.
Especialistas que abordan la temática explicaron a La Voz cómo prevenir, cuáles son las conductas suicidas a las que hay que estar alertas y cuál es el rol de las terapias.
“Una problemática compleja y devastadora”
La psicóloga Alejandra Rossi (M.P: 1.517), especialista en clínica y prevención del suicidio, explicó a La Voz que por su carácter multicausal y multidimensional exige un abordaje integral, sensible y basado en evidencia.
Rossi insistió en que la prevención es posible y se debe ejercer en distintos planos: en lo público, en las organizaciones y en lo educativo.
“Educación tiene que participar abriendo sus aulas para que los estudiantes puedan trabajar el manejo de emociones y el desarrollo social”, señaló.
La especialista advirtió sobre la necesidad de destinar presupuesto al trabajo territorial y sumar políticas de posvención, acciones implementadas para acompañar a familiares, compañeros y comunidades ante un suicidio, y así reducir el riesgo de identificación.
En esa línea, las psicólogas Camila Quiquinte (M.P: 14.012) y Candela Tavella Rezza (M.P: 13.864), quienes integran Café de psicópataun equipo de jóvenes terapeutas que brindan un espacio cálido, cercano y accesible para que hablar de sufrimiento deje de ser tabú, indicaron que hay que romper con la mitificación de la salud mental.
“Proponemos algo más humano, como tomar un café mano a mano”, explicaron. Y afirmaron que la prevención del suicidio implica trabajar sobre la desesperanza y fomentar la autonomía.
“La conducta suicida aparece cuando alguien siente que no hay salida. Por eso entrenamos habilidades sociales, la toma de decisiones y acompañamos a las familias”, subrayaron.
Además, remarcaron la importancia de hablar del tema sin prejuicios: “El suicidio estuvo invisibilizado y cargado de mitos. Hay que entender que no es un acto de cobardía, sino la decisión de alguien que no encontró otra salida. Por eso hay que escuchar, preguntar y no minimizar lo que el otro siente”.
Y agregaron: ”Hablar salva vidas”.
El papel de las terapias
Rossi también se refirió al rol de las terapias presenciales y virtuales. Explicó que las consultas en línea pueden ser útiles en casos de ideación pasiva —cuando la persona expresa deseos de no vivir, sin un plan de acción—. Sin embargo, cuando ya existe planificación, “el terapeuta tiene que poner el cuerpo, estar presencial y hacer una evaluación completa”.
“La desesperanza más la soledad son dos elementos clave para la conducta suicida”, señaló. Por eso, remarcó la importancia de trabajar tanto con la persona en crisis como con su entorno más cercano.
A su vez, Quiquinte y Tavella Rezza, quienes trabajan con pacientes de 16 años en adelante, remarcaron que la confianza es todo. A partir de ahí se construye, “incluso con humor y cercanía, para que la terapia no sea un espacio tedioso, sino de sostén real”.
Y manifestaron que las consultas en línea han crecido en forma sostenida y es una forma de llegar a pacientes, sobre todo de otras ciudades o provincias donde no hay atención presencial.
No obstante, admitieron que algunos pacientes requieren un seguimiento más cercano: “Depende de la historia y el contexto de cada uno. A veces, lo presencial es necesario, pero en otros casos lo virtual también funciona”.
Entre la incertidumbre y la desesperanza
Rossi señaló que la crisis económica y social afecta no solo a los jóvenes, sino también a los adultos mayores y a quienes atraviesan etapas de transición vital.
“Muchas personas de entre 29 y 35 años se encuentran sin haber logrado los objetivos que antes marcaban la adultez (como el trabajo estable, el estudio o formar una pareja), y eso les genera desesperanza e incertidumbre”, señaló.
Hoy, no saber qué vendrá es una sensación instalada —indicó la psicóloga— que golpea especialmente a quienes ya transitan una fragilidad emocional.
“La desesperanza y la soledad son dos elementos clave para la conducta suicida”, alertó Rossi.
En tanto, Quiquinte y Tavella Rezza afirmaron que muchas veces las personas llegan al consultorio por situaciones de violencia o de soledad extrema. “Lo fundamental es que puedan hablar por primera vez de lo que les pasa”, señalaron.
“No buscamos que alguien esté ocho años en terapia: diseñamos planes breves, con objetivos claros, para que cada persona pueda vivir una vida auténtica, acorde con sus valores y no con los mandatos culturales”, remarcaron.
¿Cómo prevenir?
Además de las claves de la prevención: hablar del tema sin tabúes, detectar señales de alarma, contener y acompañar, y acceder a ayuda profesional, Rossi detalló signos de alerta, tanto verbales como no verbales.
-Expresiones como “Mi vida no tiene sentido”, “Para qué esforzarme si sé que no sirvo para nada”, “Soy una carga para los que me rodean”.
-También algunas conductas como el aislamiento, dejar de disfrutar de cosas que antes disfrutaba, autolesionarse, no descansar, cambios en la ingesta de alimentos. “Comer y dormir son dos cuestiones que no se deben pasar por alto”, señaló.
Y añadió que el suicidio nunca es una solución; por el contrario, deja a todos los supervivientes con un factor de riesgo.
La especialista valoró los esfuerzos desde el Estado y subrayó la importancia de fortalecer el interior provincial, donde los intendentes y los consejos locales de educación juegan un rol clave en las iniciativas.
El desafío es sostener el tema en agenda, porque la prevención no es solo una posibilidad: “Es viable y hay que ejercerla”, indicó.
Córdoba refuerza las políticas de prevención
En 2024, el municipio de Córdoba creó el Observatorio para el Estudio y Prevención del Suicidio, que depende de la Subsecretaría de Salud Mental y Adicciones municipal, un espacio intersectorial que reúne a instituciones como la Justicia, Bomberos y universidades.
De acuerdo con ese Observatorio, los suicidios crecieron un 36% entre 2019 y 2024, y aumentaron de 92 a 125 casos en Capital. La mayoría corresponde a varones de 25 a 44 años, aunque también va en ascenso entre los adultos mayores.
Lucas Torrice, a cargo del área, explicó que el Observatorio permitió articular en 2025 una agenda de seminarios para el abordaje clínico, la mediación, el rol de los medios de comunicación y el cuidado de quienes acompañan a personas en crisis. Además, el organismo impulsa un sistema de vigilancia epidemiológica para orientar las políticas públicas.
“Es un paso histórico y único en el país que un municipio elabore un informe con este nivel de análisis y desarrollo metodológico sobre suicidios, intentos de suicidio, salud mental y consumos”, destacó Torrice.
En paralelo, la Línea de Escucha en Salud Mental y Adicciones del municipio se consolidó como una herramienta clave: desde su creación, ha recibido 4.812 llamados. El 70% fue atendido por el equipo local y el 30%, derivado al hospital nacional Laura Bonaparte. De ese total, el 80% correspondió a consultas de orientación y asesoramiento, y el 20% requirió seguimiento.
La mayoría de las comunicaciones (el 85%) provino de la capital cordobesa, pero también se registraron contactos desde Villa Allende, Río Ceballos, La Calera, Villa María, Río Cuarto y Alta Gracia.
“Muchas personas no se animan a llegar a un centro de salud, pero necesitan conversar y recibir una primera orientación. La salud mental no es lineal: poder pedir ayuda y tener un lugar donde llamar es fundamental”, remarcó Torrice.
Línea de atención gratuita las 24 horas: 0800-888-5555, opción 1y rojo de hospitales y centros de atención.