La idea de vivir tantos años despierta siempre preguntas sobre si la longevidad puede heredarse. Aunque los hábitos de vida saludables y el entorno tienen un papel clave, la ciencia avanza en la comprensión de los factores biológicos que podrían transmitir la capacidad de vivir más tiempo de una generación a otra.

Un nuevo estudio del Campus de Investigación Janelia del HHMI, Estados Unidos, publicado en la revista Cienciaexplora cómo cambios celulares en los lisosomas (considerados durante mucho tiempo simples centros de reciclaje celular) pueden transmitirse de padres a hijos y prolongar la vida.

Cómo se transmite la información más allá del ADN

Los investigadores trabajaron con el gusano nematodo C. elegansun modelo habitual en estudios de envejecimiento. Descubrieron que cuando se producen modificaciones en los lisosomas que promueven la longevidad, estas señales se transfieren a las células reproductivas mediante histonasproteínas fundamentales en la organización del ADN.

Este mecanismo permite que los cambios epigenéticos, es decir los ajustes químicos que regulan la expresión de los genes sin modificar su secuencia, se transmitan a la descendencia. De manera sorprendente, los efectos se observaron en varias generaciones, incluso cuando los descendientes no tenían modificaciones genéticas directas.

Más allá de vivir más años: el impacto del ambiente

Los hallazgos muestran que los beneficios asociados a ciertos cambios celulares, como los provocados por el ayuno o el estrés ambiental, pueden heredarse. Esto abre la puerta a comprender mejor cómo factores como la alimentación, la exposición a contaminantes o incluso el estrés psicológico de los padres influyen en la salud de sus hijos y nietos.

Según Meng Wang, líder del estudio, “si una histona presenta una modificación específica, puede transferir esa información epigenética de una célula a otra y de una generación a la siguiente”.

El futuro de la investigación transgeneracional

El equipo comprobó que un tipo particular de modificación de histonas se elevaba en gusanos con mayor longevidad. Esa señal se trasladaba desde los tejidos corporales a los óvulos en desarrollo, integrándose en la línea germinal y asegurando la transmisión a la descendencia.

La investigación también aporta evidencia de que los lisosomas funcionan como centros de señalización celularcapaces de influir no sólo en la longevidad individual sino en generaciones futuras. Esto podría ayudar a explicar fenómenos ya observados, como el impacto de la desnutrición parental en la salud de los hijos.

Una visión más amplia de la herencia

Este descubrimiento redefine la comprensión de la herencia: no todo se limita al ADN. Los cambios epigenéticos transmitidos a través de histonas ofrecen un puente entre la experiencia de los padres y la biología de los hijos, con posibles implicaciones en el estudio del envejecimiento, la salud y la prevención de enfermedades.

“Ahora sabemos que el soma y la línea germinal pueden estar conectados por la histona y transportar información genética memorable durante generaciones”, concluye Wang.

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