El 14 de febrero de 2022, este diario tuvo la gentileza de publicar un artículo de mi autoría en el que afirmaba que si Vladimir Putin consideraba que Ucrania (o una parte de ella) es de Rusia, tarde o temprano la iba a invadir.
Esto ocurrió 10 días después, el 24. No fue futurología, sino valoración de los antecedentes del gobernante ruso, el despliegue inusitado de tropas en la frontera por aquellos días y la historia de ambos países. Esta es indispensable para entender por qué Putin, el presidente ruso, cree que Ucrania o una parte de ella debe volver a ser rusa.
Dos años y medio han pasado de la invasión y todo sigue igual, sin elementos que nos lleven a pensar que esto se va a resolver.
Es simple: el presidente ruso no quiere restaurar la vieja URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), en la que Ucrania era una más de las 15 repúblicas que la componían.
Lo que pretende es integrar de manera definitiva una parte de Ucrania a Rusia, para restaurar así, parcialmente, el viejo imperio ruso, el que cayó por la Revolución de 1917. Dentro de los límites de ese imperio, Ucrania era una provincia rusa.
El imperio ruso fue un Estado soberano que existió desde 1721 hasta 1917; fue una de las entidades políticas más grande de la historia.
Incluía, además de Ucrania, a los tres países bálticos: Estonia, Lituania y Letonia. Coexistían más de 100 grupos étnicos y abarcaba a las actuales repúblicas de Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Kazajistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán, además de una parte de Turquía.
En algún momento también estuvo bajo su égida la Manchuria china, parte de Irán y parte de Mongolia, entre otras regiones.
Este enorme territorio era controlado por el zarismo, modalidad de autocracia que entró en crisis política, económica y social a comienzos del siglo 20, cuando comenzó la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Esto precipitó los acontecimientos y surgieron los soviéticosunidad política que alcanzó el poder en octubre de ese año con Vladimir Lenin al frente de la nueva organización del Estado.
El zarismo había dejado de existir y surgía la URSS. “El gobierno soviético estaba instalado en Petrogrado (antes, San Petersburgo, capital del imperio ruso durante los zares) y los centros locales de los soviéticos son informados por telégrafo del golpe (de los bolcheviques al mando de Lenin); una semana después, también se apoderan de Moscú y otras provincias, con la excepción de Kiev (la capital de Ucrania), donde los nacionalistas ucranianos tomaron el poder de manera similar a los procedimientos bolcheviques”, cuenta Eduardo Zalduendo en su obra Las seis Rusias.
El nacionalismo ucraniano, ya desarrollado en tiempos zaristas, se manifestó en defensa de Ucrania ante el violento avance del comunismo soviético.
Por eso, en tiempos de la URSS se formó la Asociación Ucraniana de Víctimas del Terror Comunista Ruso, organización que encabezó el rechazo a la brutalidad soviética y apoyó al gobierno que funcionó en el exilio durante años.
Ucrania resiste y Rusia la victimiza. Kiev es el origen del nacionalismo ruso durante los albores del imperio ruso, pero también del nacionalismo ucraniano. Esta organización política inmensa y poderosa la tuvo bajo su poder para luego pasar al dominio soviético, contra el cual también resistió Ucrania.
Primero, provincia del imperio ruso; luego, república integrante de la URSS, Ucrania, por sus recursos naturales y posición estratégica, está condenada a ser sojuzgada siempre por Rusia. Y nada indica que Putin vaya a devolver todos los territorios.
*Profesor de Historia