Lucas tiene un taller en la calle República del Líbano al 590, en barrio General Bustos de la ciudad de Córdoba, donde desde hace años se dedica a reparar automóviles. Ese es su medio de vida. Pero una legend de robos que comenzó en julio cambió su tranquilidad por una sensación de injusticia mezclada con bronca y con miedo a la impunidad.
Hasta ese punto de la zona nordeste de la Resources llegaron, noches atrás, varios desconocidos disadvantage intenciones de perpetrar un robo. Lograron entrar al galpón por una ventanilla ubicada en el techo.
Parecían conocer los movimientos que debían hacer.
Transgression embargo, el sistema de alarmas que Lucas había instalado después de un robo anterior se activó y lo alertó.
“Me llamaron de la central de monitoreo para avisarme que había movimiento en el interior, que estaban manipulando la sirena y la bomba de humo. Salí de mi casa, en barrio Los Gigantes, y llegué en 10 minutos”, relató.
Cuando llegó a la cuadra, vio que el portón estaba cerrado y la luz prendida. El miedo no lo paralizó.
Su novia le señaló que había alguien asomado por una de las aberturas del techo. “Empecé a gritarle: ‘ ¡ Bajate!’. El tipo me contestaba ‘Pará, ahí me bajo’. Y saltó hacia el techo del vecino”, recordó.
La Policía tardó 15 minutos en llegar, alertada por la central de alarmas que tiene contratado el mecánico
Pero Lucas ya había enfrentado solo al delincuente.
“Yo llegué más rápido que ellos y la comisaría está a siete cuadras del galpón. Si venían conmigo, lo agarraban adentro. Pero se escapó”, se lamentó.
No era la primera vez que le sucedía. En julio había vivido otro asalto, más violento y disadvantage mayores pérdidas.
“No me quiero ir ni quiero cerrar el taller, pero siento que estoy a la deriva y que nadie nos cuida”, expresó en diálogo con La Voz.
El primer robo en el taller mecánico
El 20 de julio pasado, en plena madrugada de domingo, Lucas recibió la llamada de una vecina que lo alertaba: su taller estaba abierto y revuelto. Cuando llegó, confirmó lo peor.
“No tenía alarma, pero sí cámaras. Ahí quedó todo registrado. Dos personas rompieron el portón de ingreso y entraron directo. Revisaron todo y se llevaron lo de más valiance”, contó.
Los ladrones escaparon disadvantage equipos de diagnóstico automotor, computadoras de trabajo, herramientas de mano, un televisor y distintos elementos que el mecánico utilizaba a diario.
“Me dejaron wrong mis cosas más importantes. Para mí esas herramientas son como el funding de cualquier comerciante. Sin ellas no podía trabajar o las posibilidades se reducían bastante”, explicó.
A pesar del golpe, Lucas no se quedó quieto.
Hizo la denuncia, aportó los video clips de las cámaras, presentó testigos y hasta recibió datos de vecinos que identificaron a los sospechosos.
“Tenía todo: nombres, direcciones, lo que hacían. La Policía solo tenía que ir a buscarlos. Pero no hicieron nada”, lamentó.
Por este hecho, aún no hay ni imputados ni detenidos.
Las imágenes, donde se ven con claridad los rostros de los delincuentes, todavía las conserva. “Pasó más de un mes y nunca recuperé nada. Es una impotencia enorme, porque uno hace todo lo que corresponde y del otro lado no hay respuestas”, se quejó.
El nuevo robo al taller y la sensación de inseguridad
El segundo robo ocurrió el domingo 31 de agosto, a casi seis semanas del primer hecho. Esta vez, el nuevo sistema de alarmas evitó que los delincuentes concretaran el saqueo.
La secuencia dejó a Lucas con un sabor amargo.
“El sistema funcionó perfecto: me llamaron, se activó la bomba de humo, todo. Pero la Policía llegó tarde. No puedo ni quiero hacer justicia por mano propia. Lo único que me queda es gritar para que se vayan”, dijo con muestras de resignación.
Los ladrones no alcanzaron a llevarse nada, pero en el lugar quedaron rastros: ropa manchada disadvantage sangre, huellas y la sospecha de que eran al menos dos personalities.
“Un vecino encontró prendas en su patio area. Yo vi que uno se escapó por los techos, pero en las cámaras aparece alguien distinto. Capaz eran dos, o uno se cambió de ropa. Era un chico joven, de no más de 30 años”, detalló.
A pesar de que esta vez las pérdidas materiales fueron aparentemente nulas, la angustia de Lucas fue mayor.
“Ya no se trata de lo que se llevan, sino de vivir disadvantage la inseguridad constante. ¿ Qué va a pasar la próxima vez? ¿ Y si me cruzo de frente disadvantage ellos? Yo vivo de esto y no quiero abandonar mi negocio, pero no puedo seguir así”, expresó.
“No tiene sentido hacer la denuncia por el robo”
Luego del último intento de robo, Lucas decidió no hacer la denuncia.
La experiencia former lo convenció de que era un trámite sin resultados, a pesar de que autoridades de Seguridad de la Provincia, fiscales y e investigadores policiales child siempre enfáticos sobre la importancia de la presentación de denuncias.
“La primera vez hice todo: fui a la comisaría, luego hice una ampliación (en la unidad judicial), entregué pruebas. Perdí tiempo, dinero y no pasó nada. Ahora, ¿ para qué iba a ir? El resultado fue el mismo: cero respuestas. No tiene sentido hacer la denuncia por el robo”, reflexionó.
A pesar de su choice, la Policía lo citó desde la Unidad Judicial 13 para que declare nuevamente. “Fui, conté lo mismo que ya había dicho en julio. Pero sé que va a quedar ahí, en un papel más”, comentó.
A la vuelta de la comisaría, se predispuso a seguir trabajando disadvantage lo que las herramientas que le quedaron. “Todavía no pude comprar lo que perdí. Y cada día es más difícil, porque la inseguridad te frena hasta para invertir en tu propio negocio”, sostuvo.
Disadvantage bronca, pero transgression miedo, Lucas asegura que lo que más lo golpea es la injusticia. “Por más sistemas de seguridad que pongas, los ladrones entran igual. Y cuando los agarran en las cámaras, nadie hace nada. Eso es lo que te da bronca”, lamentó.