La contundente victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires dejó al descubierto, otra vez, una falla estructural del sistema de encuestas. Como en las Paso de 2019, los sondeos anticipaban un triunfo del PJ, pero volvieron a subestimar la magnitud del resultado.
En aquel entonces fue la diferencia entre Alberto Fernández y Mauricio Macri; ahora, el contraste entre lo que vaticinaban los consultores y el margen final a favor de Fuerza Patria.
Un recorrido de los números – realizado por el periodista Edurdo Paladini, de Clarín– muestra una oscilación conocida: primero, algunas consultoras coquetearon con la posibilidad de un escenario favorable para La Libertad Avanza. Después, con el correr de las semanas, comenzaron a reflejar una ventaja para el peronismo, aunque mucho más ajustada que la que terminó ocurriendo.
En el listado de quienes al menos acertaron en el ganador figuran CB Consultora, Federico González, Aresco, Synopsis, Management & Fit, Trends, Proyección, Trespuntozero, Rubikon Intel, Delfos y Opina Argentina.
Clarín fue siguiendo los números de cada una de estas casas y, en varios casos, conversó con sus directores para tomar el pulso de la previa electoral.
El otro grupo, más reducido pero más cuestionado, quedó directamente en falta. Atlas Intel, la firma brasileña que se había ganado prestigio por anticipar el ascenso de Javier Milei, pronosticó un escenario de paridad que jamás existió.
Menos de un punto de diferencia a favor de La Libertad Avanza frente a un resultado final que le dio al peronismo más de diez puntos de ventaja.
Peor fue lo de Isasi-Burdman. En mayo, había sorprendido al proyectar un triunfo de Manuel Adorni en otro distrito, un acierto que lo posicionó en el debate público. Pero esta vez sus pronósticos se alinearon con un optimismo oficialista que no tenía anclaje en la realidad.
El error fue grosero y consolidó la sospecha de que parte de la industria encuestadora aún confunde deseos con diagnósticos.
El caso Rubikon: entre el giro y el matiz
Particular resulta el ejemplo de Rubikon Intel, la consultora que dirige Fernando “Chino” Navarro. Durante agosto sus mediciones mostraban al oficialismo en ventaja. Sin embargo, en la recta final corrigió: publicó un cuadro con el peronismo arriba y, el mismo fin de semana electoral, anticipó que si la participación superaba el 60% habría victoria, aunque ajustada.
Esa predicción fue parcialmente cierta: la participación sí creció, pero en lugar de achicar la brecha, amplió la diferencia a favor del PJ.
Entre los que más se acercaron en términos de margen figuran Federico González, que proyectó 6,5 puntos de ventaja, y la cordobesa CB, que estimó 5,3.
La otra consultora cordobesa – Delfos- había pronosticado un triunfo del peronismo por 2,7 puntos.
Como sea, ninguno se aproximó a la realidad, aunque al menos captaron una tendencia que la mayoría minimizó.
La discusión por el presentismo
Otro de los debates en la previa giró en torno al ausentismo. Con los antecedentes de apatía en las elecciones locales de 2025, se especulaba con una participación baja, entre el 50% y el 60%. La hipótesis dominante era que ese escenario favorecía al aparato peronista.
La realidad mostró lo contrario: la asistencia fue más alta y, lejos de equilibrar, amplió la diferencia. Rubikon había advertido que los votantes peronistas eran los más predispuestos a concurrir, y CB lo confirmó el mismo domingo: su director, Cristian Buttié, explicó que la concurrencia creciente implicaba mayor distancia a favor de Fuerza Patria.
“El votante blando de Milei no votó y el anti mileísta sí, movido por el enojo. Eso dejó al Gobierno con su núcleo duro, apenas arriba del 30%”, resumió.
Lo que viene abre un interrogante central. Varias consultoras habían instalado la idea de que el Gobierno estaba mejor posicionado para octubre que para septiembre, con ventajas de entre 5 y 10 puntos. La realidad, sin embargo, obliga a recalcular: la brecha fue mucho más amplia y el panorama político, económico y social queda teñido de incertidumbre.
La gran pregunta es si Milei modificará su estrategia de cara a la elección nacional o, como Cristina Kirchner tras la derrota de 2009, insistirá en que el voto adverso es en realidad un mandato para profundizar el modelo.