En diálogo con Mario Pergolini para Otro día perdido, Luciano Cáceres habló de su vínculo con su madre, quien padeció cáncer durante muchos años y, en su último año de vida, decidió abandonar los tratamientos convencionales para dedicarse solo a terapias alternativas, incluyendo el Reiki.
Cuando su madre cae en coma, el tercero, le dijeron a Luciano: “No hay vuelta atrás, se muere”. En ese momento, él recordó un pedido anterior de su madre y le preguntó a la persona de guardia si podía traer a alguien que hiciera Reiki, para que la vea.
Ante la afirmativa, la terapeuta de Reiki entró a terapia intensiva pero salió de inmediato para decirle a Luciano: “Yo no puedo hacer nada, tenés que entrar vos”.
Cáceres cuanta que entró y acto seguido narra el momento milagroso de la despedida: “Entro, me hace así una mano, y mi mamá que no se movía desde hace días, cuando le pongo las manos en las piernas empieza a moverlas”.
Fue allí, en ese instante final de conexión, donde Luciano le dio el mensaje de despedida: “ahí le digo que se agarre fuerte a su ángel, y mi vieja partió”.
Luego del fallecimiento, se dispusieron a esparcir las cenizas de la madre en Villa Gesell. Tiempo después, su padre, entristecido, pidió pasar la Navidad allí.
Mientras Cáceres preparaba la cena, caminó junto al mar a las 8:30 de la noche. En ese momento, una ola le dejó un objeto a sus pies: “una ola en este pie me pone este rosario”.
Luciano lo guardó, reconociendo el simbolismo del evento: “lo entendí como bueno… un regalo del mar”.
17 años después de este acontecimiento, Luciano sufrió un accidente filmando una serie que le provocó una fractura de pierna, y una amiga le recomendó volver a hacer Reiki.
Cuando fue, la profesional le dijo: “Tengo un mensaje para vos”. Y el mensaje de la terapeuta (que no tenía forma de saber la historia previa) fue: “tu mamá hizo mucho esfuerzo para que ese rosario llegue a tus pies, me dijo”.
A partir de esa revelación, se puso el rosario y desde entonces lo lleva puesto.
“Creer o reventar”, apuntó.
