La relación entre Karina Jelinek y Florencia Parise estuvo plagada de intensas idas y vueltas desde que se conocieron en 2017. Lo que comenzó como un vínculo de amistad, se formalizó como romance años después, e incluso había anuncio de boda, pero las recurrentes crisis entre ambas ponen en jaque esta unión.
Una característica definitoria de este romance es la impulsividad de Karina Jelinek al momento de gestionar sus conflictos privados en plataformas públicas. Recientemente, la mediática confirmó su separación a través de una publicación que posteriormente borró, donde aseguraba: “Sí estoy súper soltera”. Sin embargo, minutos más tarde, la publicación fue reemplazada por otra con la leyenda: “Okey, te perdono”.
Consultada al respecto, Karina admitió que a veces no mide lo que escribe en Instagram: “yo a veces no nivelo las cosas que escribo por Instagram y al otro día aparecen en todos los portales y digo ‘No ¿qué dije?’”.
Karina explicó que la más reciente disputa que motivó la declaración de soltería ocurrió después de asistir a una fiesta en Tequila. El motivo, según ella, fue menor: “Yo me fui antes, me quería ir, estaba cansada ella se quiso quedar y me enojé por eso. Cosa que al otro día dije ‘No fue tan grave, ya está, ya pasó, eso nada más’”.
Por su parte, al ser consultada al respecto por varios medios, Flor Parise desmintió rotundamente el fin de la relación y aseguró que está todo bien entre ambas.
Tanto la prensa como las protagonistas han catalogado la relación como “tóxica”. Cuando se le preguntó a Karina si su relación con Flor era tóxica, primero dudó, para luego afirmar que era “terriblemente tóxica”.
Karina sería “muy celosa” y fue preciosamente un ataque de celos el detonante de la pelea más reciente entre ambas.
Casamiento en juego o simbólico
Aunque en el año 2023 la pareja había confirmado un casamiento para fin de año, este plan se desvaneció rápidamente. La diseñadora Paz Cornú declaró que, aunque le habían escrito para hacerles el vestido de novia, nunca asistieron a la prueba: “las esperé para la prueba pero después no las vi más”.
Actualmente, Karina y Flor conviven en un departamento en Palermo, donde Jelinek la identifica como su “compañera de casa, compañera de vida”. A pesar de los recurrentes conflictos, que a veces duran tan solo “dos horas”, la pareja parece mantener un vínculo estable, aunque altamente mediático.