El caso de Negreira de larga duración, una de las sondas de corrupción deportiva más de alto perfil en el fútbol español, entró en un capítulo definitorio el jueves cuando los ex presidentes de Barcelona Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu enfrentaron un escrutinio de más de millones en pagos a un ex funcionario de referencia.
Dos años y medio después de que los fiscales abrieron la investigación, el Tribunal de Instrucción de Barcelona No. 13 está escuchando testimonio en vivo de sospechosos y testigos en el centro del escándalo de 7.3 millones de euros ($ 8.6 millones).
En cuestión es si los pagos del club a José Maria Enriquez Negreira, el ex vicepresidente del comité de árbitros de España, fueron tarifas de consultoría legítimas o intentos de comprar influencia entre 2001 y 2018.
La sala del tribunal zumbó cuando Rosell, quien dirigió Barcelona de 2010 a 2014, llegó poco después de las 9:00 a.m. hora local.
Durante su mandato, el club transfirió alrededor de 1,5 millones de euros a la compañía de Negreira, Dasnil 95, oficialmente por “asesoramiento de arbitraje externo”.
Ingresó sin comentarios, flanqueado por su equipo legal y se espera que enfrente preguntas que investigan la lógica detrás de los pagos.
Bartomeu, quien supervisó 5,5 millones de euros en pagos como presidente entre 2014 y 2020, está programado para testificar el viernes.
Ya enredado en el escándalo separado de “Barcagate”, en el que el club supuestamente financió una campaña de relaciones públicas para frotar a sus rivales y críticos, Bartomeu ahora enfrenta un escrutinio más sobre si la relación financiera con Negreira se superpone con fallas de gobernanza más amplias durante su liderazgo.
El día comenzó con el testimonio del hijo de Negreira, Javier Enríquez, quien admitió haber producido informes de árbitros para Barcelona, pero insistió en que eran estrictamente analíticos y no pretendían influir en los partidos.

Los fiscales lo presionaron en más de 600 facturas por valor de 6,000-7,000 euros cada uno, muchos carecían de documentación detallada.
Después de más de dos horas en la corte, Enríquez evitó la autoinculpación, aunque se puede presentar más cuestionamientos de sus socios comerciales.
A pesar de años de redadas, documentos incautados y forenses financieros por parte de la Guardia Civil, los investigadores aún no han producido pruebas definitivas de soborno o manipulación de árbitros.
Los tribunales desestimaron los cargos de soborno directo en 2024, pero el club permanece bajo escrutinio por la administración injusta y la posible corrupción deportiva.
El Real Madrid, actuando como fiscal privado, ha solicitado que el caso se extienda a 2026 para permitir un análisis financiero más profundo, mientras que el juez Alejandra Gil tiene como objetivo concluir la investigación a finales de mes.
Junto a Rosell, Bartomeu y Javier Enríquez, otros implicados incluyen al propio Negreira, quien negó haber actuado mal antes de su muerte en 2024, y su compañera Ana Paula Rufas, conectada a las operaciones de Dasnil 95.
Se espera que los ex ejecutivos Albert Soler y Oscar Grau, que aprobaron los pagos, testifiquen en octubre.
El actual presidente Joan Laporta, quien reanudó brevemente los pagos en 2021 antes de detenerlos, ha desestimado la investigación como una “caza de brujas”, y los ex entrenadores Luis Enrique y Ernesto Valverde están programados para testificar en noviembre.
Si es declarado culpable de corrupción deportiva, Barcelona podría enfrentar multas hasta 5 millones de euros, lo que agravan sus luchas financieras bajo las restricciones de límite salarial de La Liga.
El caso, que podría arrastrarse a 2026, ahora se basa en los testimonios de Rosell, Bartomeu y Javier Enríquez, colocando al club bajo un intenso escrutinio mientras los fanáticos, rivales y medios siguen cada momento dentro del Palacio de Justicia de Barcelona.