Luego de semanas en las que el financiamiento de la educación superior pública viene ocupando el centro del debate, con tensiones entre el Gobierno y las universidades por la Ley de Financiamiento Educativo, un informe sobre el mercado laboral cordobés arroja luz sobre el tema.
Los datos, basados en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-Indec), son rotundos en cuanto a la relevancia de las casas de altos estudios en el escenario laboral: en Córdoba, una persona con título universitario gana, en promedio, un 139% más que alguien que no completó la escuela secundaria.
La investigación, titulada “Mitos y realidades del mercado de trabajo cordobés”desmiente la idea de que “la universidad ya no te prepara ni te da herramientas para el mundo del trabajo actual”, dice el texto. Contrario a los discursos que la presentan como una “pérdida de tiempo”, la titulación superior funciona como una “barrera de protección ante las inclemencias del mercado de trabajo: la informalidad y el desempleo”.
Los números para Córdoba dicen que mientras más de siete de cada 10 personas sin secundario completo trabajan en la informalidad, esta proporción cae a sólo dos de cada 10 entre quienes tienen un título universitario.
Lo mismo ocurre con el desempleo: la exposición a la desocupación de un profesional es menos de la mitad que la de una persona sin estudios secundarios completos.
Diferencias y mitos
El informe, basado en datos del primer trimestre de 2024, dice que la diferencia no es sólo salarial. Los titulados superiores predominan en sectores de alta calificación como actividades profesionales, científicas y de salud, y están sobrerrepresentados en puestos de dirección.
Por el contrario, quienes no finalizaron la escolaridad obligatoria se concentran en ramas como la construcción y el empleo doméstico, caracterizadas por menor calificación, peores salarios y alta informalidad.
Ambos grupos, dice el estudio publicado por la Fundación Pensar Igualdadestán también sobrerrepresentados en la categoría de cuentapropismo, pero mientras entre personas con titulación superior se trata de un cuentapropismo calificado, más asociado a profesiones liberales, entre personas con escolaridad obligatoria no finalizada son de oficios, actividades u ocupaciones informales, inestables y, en general, mal pagas.
El estudio también habla del pluriempleo. “Resulta llamativo que el fenómeno del pluriempleo crezca sobre todo en los niveles educativos más altos”, dice y agrega: “En Córdoba, las personas con ocupación y título de nivel superior tienen casi el doble de pluriempleo que quienes tienen nivel educativo hasta secundario incompleto; esto nos lleva a pensar que el pluriempleo en un contexto como el actual es menos una práctica de supervivencia que de complementación de ingresos para sostener un estilo de vida y un nivel de consumo”.
Más del doble
Volviendo al salario, en términos simples, el trabajo, elaborado por los sociólogos Gonzalo Assusa y Sonia Lombardo, dice que en promedio, una persona con título universitario en Córdoba gana más del doble que alguien que no terminó la secundaria. Por cada 100 pesos que percibe una persona sin escolaridad obligatoria completa, un profesional con estudios superiores gana 239.
Esta distancia se mantiene si se observan los ingresos por hora: en promedio las personas
sin escolaridad obligatoria finalizada ganan aproximadamente la mitad por cada hora trabajada que las personas con titulación de nivel superior.
Entre las conclusiones, los autores dicen que “más allá de los estereotipos que circulan sobre el éxito económico, lo cierto es que la titulación de nivel superior y, en parte, también la titulación de nivel secundario, funcionan como barreras de protección ante las inclemencias del mercado de trabajo: la informalidad y el desempleo”. Al mismo tiempo, dice, “la evidencia sugiere que funcionan como plataforma para acceder a las mejores remuneraciones disponibles en el mercado”.
Assusa es Doctor en Ciencias Antropológicas e Investigador Asistente de Conicet y especialista en desigualdades sociales. Sonia Lombardo, en tanto coordina el Observatorio de Economía Popular, Social y Solidaria de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y fue directora del Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular.
Más allá de la universidad
El informe fue más allá y analizó la estructura completa del mercado laboral cordobés, caracterizado por una profunda desigualdad. Un dato alarmante es que casi la mitad de los trabajadores (un 47%) lo hacen en condiciones de informalidad, con bajos ingresos y sin acceso a derechos básicos como aportes jubilatorios o vacaciones pagas.
El estudio desmantela otros dos mitos muy extendidos. El primero es que “la brecha de género no existe”. Los datos para Córdoba muestran una realidad opuesta: los hombres ganan en promedio un 33% más que las mujeres.
Esta disparidad se agrava según la calificación del puesto: en empleos profesionales, un hombre gana un 50% más, y en tareas no calificadas, la brecha se dispara a un alarmante 78%.
La causa principal, según el informe, es la carga desproporcionada de trabajo no remunerado de cuidados que recae sobre las mujeres, quienes dedican un 77% más de tiempo diario a estas tareas, limitando sus oportunidades en el mercado laboral remunerado.
El segundo mito refutado es que “los jóvenes ya no quieren laburar” (SIC). En Córdoba, el 55% de los que tienen de 15 a 29 años trabaja o busca empleo activamente. Sin embargo, enfrentan barreras estructurales: la tasa de desempleo en este grupo (16%) es más del triple que la de los adultos (4,6%) (datos de 2024). De los que no trabajan, casi ocho de cada 10 están estudiando. El mito, concluye el estudio, “sólo justifica el funcionamiento de un mercado de trabajo que sistemáticamente excluye y estigmatiza” a la juventud.
Finalmente, el informe dedica un capítulo a la economía popular, que en Córdoba agrupa a más de 150.000 personas, el 18,8% de la población económicamente activa. Este sector, compuesto mayoritariamente por cuentapropistas (73%), se caracteriza por la precariedad e ingresos extremadamente bajos, que en promedio alcanzan sólo el 43% del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
Como parte del diagnóstico, los autores dicen que en lugar de desregulación, algo que, entienden, “empeoraría las condiciones globales del mercado”, se necesitan políticas coordinadas para enfrentar la desigualdad estructural, defender la educación pública y generar empleo de calidad.