Villarreal 2-3 Copenhague

Marcelino García Toral comentó antes de que su equipo se enfrentara a Copenhague que estaban “arrastrando el remolque” de su “trabajo fallido” contra Pafos cuando se acercaban sus últimos tres partidos. Cualquier esperanza de mantener vivas sus posibilidades de play-off de la Liga de Campeones dependía sin duda de tres victorias contra los gigantes daneses, Ajax y Bayer Leverkusen.

Una señal de sus intenciones fue la inclusión de cuatro de sus costosas inversiones, Nicolas Pepe, Alberto Moleiro, Georges Mikautadze y Tajon Buchanan, pero con tanta potencia de fuego en el campo, salieron sin el acero defensivo necesario. Apenas dos minutos después, el Copenhague pudo pasar el balón hacia su banda izquierda, y Mohamed Elyounoussi entró caminando para abrir el marcador, tras recibir las llaves del área chica de manos de Rafa Marin y Renato Veiga.

Image via El Diario Mediterraneo

Poco después, Tajon Buchanan falló un intento desviado por poco desde lejos a modo de rebelión, pero la amenaza de Copenhague en el futuro mostró pocos signos de disminuir. Alfonso Pedraza tuvo que intervenir de emergencia dos veces para cubrir a los atacantes sueltos en el área, mientras que la conexión de Jordan Larsson con Yoram Zague se vio frustrada por un despeje de último momento de Rafa Marín en la misma zona de donde venía el gol.

Esto no quiere decir que el Villarreal estuviera libre de amenazas, y Nicolás Pepe apenas pudo haber hecho su recorte más apetitoso para Santi Comesana, después de batir a su defensor en el lado izquierdo del área; con la portería abierta, Comesana no pudo ajustar sus pies, perdiendo el control para un saque de meta. Diez minutos antes del descanso, un centro de Buchanan fue recibido con gol por Pepe, pero rebotó lo suficiente para una parada perfecta de Dominik Kotarski, lo más cerca que estuvo su creciente presión de lograr el oro.

El Villarreal suma cortocircuito ante la muerte

Con la esperanza de darle vida a su equipo, Marcelino envió a Ayoze Perez, Tani Oluwaseyi e Ilias Akhomach por Pepe, Mikautadze y Buchanan, y funcionó. Tres minutos después del segundo tiempo, un centro de Akhomach evadió por poco la pierna extendida de Oluwaseyi, pero esta vez Comesana estuvo correctamente preparado para encajar el balón.

Sin embargo, esa amenaza de Copenhague no quedó dormida en ningún momento y, en dos minutos, el Villarreal estaba nuevamente por detrás. El balón de Zague desde la derecha encontró libre a Elias Achouri, que remató raso más allá de Luiz Junior, pero la fortuna fue que Viktor Dadason no encontró portería con otro cabezazo libre entre Marin y Veiga.

Manteniendo desesperadamente sus cabezas fuera del agua, Alberto Moleiro deslizó el balón a Oluwaseyi detrás del medio campo, y manteniendo a raya a un oponente, el objetivo canadiense apuñaló el balón con la parte exterior de su pie en la esquina inferior desde justo dentro, dejando que el sonido regresara al estadio, y con él un grado considerable de esperanza.

Impulsado por un estadio de la Cerámica cada vez más angustiado, el Villarreal se vio incapaz de encontrar el último pase en varias ocasiones. El balón arrastrado por Manor Solomon hasta el punto de penalti evadió milagrosamente a tres delanteros del Villarreal cuando el reloj avanzaba en los últimos 15 minutos. Ese fue el punto definitivo en el que el Copenhague sacrificó su amenaza de cavar trincheras al borde de su palco, con Pape Gueye, Ayoze y Comesana rodeándolos en busca de cualquier signo de debilidad.

A dos minutos del final, el suplente Sergi Cardona envió un centro espectacular. Esforzando todas sus fibras, Shunsuke Suzuki del Copenhague remató el balón en la cabeza de Ayoze, haciendo inútil el contacto. Con un chillido, la multitud traicionó sus temores. el oportunidad. A Copenhague le quedaba un último golpe, y fue Andreas Cornelius quien lo asestó en el minuto 90. Un esfuerzo desviado se interpuso en su camino, donde venció a Junior con un buen remate y un rugido crujiente danés de la afición visitante arriba.

Cuando entró el gol, La Cerámica se sintió como si la hubieran tratado con crueldad, pero una reflexión más profunda no proporciona consuelo a Marcelino. En cada ocasión en que Copenhague mostró intención de ataque, una frágil zaga del Villarreal se abrió paso ante ellos. Incapaz de forzar definitivamente el partido a su favor, con su carácter vertical, el Villarreal sufrió un número de golpes insostenible, y con sólo un punto en seis partidos, un número de derrotas insuperable.



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