Esta noche, Valencia y Real Madrid, los dos equipos que marcaron la carrera profesional y vital de José Manuel Ochotorena se enfrentan en el Santiago Bernabéu una semana después del fallecimiento a causa del portero a los 64 como consecuencia de una grave enfermedad. Hasta que las fuerzas se lo permitieron, ‘Ochoto’ vivió y murió con los guantes puestos. Portero y maestro de porteros, el vasco creció y se desarrolló con la discreción que le caracterizó en ambos clubes. Sin olvidar su trabajo posterior como formador en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), o lo que es lo mismo, en la Selección.
Como miembro del cuerpo técnico del Valencia desde que así lo decidiera Rafa Benítez en el verano de 2001, Ochotorena fue testigo de una infinidad de enfrentamientos entre ambas entidades. Un repaso a su inmensa trayectoria concreta en diez los duelos sobre el campo en los que defendió cualquiera de las dos porterías, cuatro como madridista y seis como valencianista. Cinco en el escenario de esta noche, el Bernabéu, donde recibirá un emotivo homenaje por parte de los dos clubes.
Ochotorena nació en Hernani, a menos de nueve kilómetros de San Sebastián. Tierra de porteros. La capital guipuzcoana y sus alrededores es el nido también de históricos de la Selección, en la que él pudo estrenarse en 1989, como Arconada, Iribar o Eizaguirre. Este último, junto a Cañizares, la leyenda más grande que existe en la portería del Valencia, hoy defendida por otro guipuzcoano prometedor, Julen Agirrezabala.
Igual que Iribar o Agirrezabala, Ochotorena se le escapó a la Real Sociedad. En su caso, no fue el Athletic Club el que estuvo más listo para llevárselo a su cantera, sino el Real Madrid. Siendo apenas un juvenil, con 17 años, emigró a la cantera blanca. Quizá porque no pudo hacerse un sitio en la portería del Madrid en una feroz competencia con Paco Buyo, quizá por su carácter discreto, no suele recordarse, pero ‘Ochoto’ fue el portero de la Quinta del Buitre. El guardarredes de aquel Castilla que ascendió a Primera sin que la gesta pudiera consumarse.
En la Copa, de hecho, aquel joven equipo llegó también lejos, y el Valencia, con muchos de los prometedores jugadores que en años posteriores brillaron en el primer equipo, lo sufrió en sus carnes. El 25 de enero de 1984, vestidos con la Senyera, los Revert, Tendillo, Fernando, Subirats y el mismísimo Kempes cayeron en el Bernabéu por tres goles a dos con el filial del Madrid. Fue el primer cara a cara entre Ochotorena y Sempere. Ninguno de los dos estuvo especialmente afortunado en aquella contienda que, cinco años más tarde, se replicaría cada semana saludablemente por la titularidad del arco valencianista. En la ida, el duelo se cerró con empate a uno y el Castilla accedió a los cuartos de final.
En 1984, Ochotorena ascendió al primer equipo. En la temporada 1985/86 comenzó de titular tras la retirada de Miguel Ángel, pero una lesión lo frenó, del mismo modo que la aparición posterior del joven Buyo. Durante ese tiempo entre el filial y el primer equipo del Madrid, el destino comenzó a unir al vasco con la tierra valenciana. La huelga de futbolistas profesionales lo llevó a debutar con los mayores en Castalia, en abril de 1982, ante el Castellón (1-2). Por entonces, solo tenía 21 años. Asimismo, en su primer año en el primer equipo, a la sombra de Miguel Ángel, la fortuna le dio la oportunidad de jugar en otros dos enclaves de la Comunitat. En 1984, frente al Hércules, en el Rico Pérez, y en 1985, en el Martínez Valero de Elche.
La falta de oportunidades le llevó a buscar una salida del Real Madrid, club con el que ganó la Copa de la Liga en 1985, jugando la final a doble partido contra el Atlético, tres Ligas y dos Copas de la UEFA. Como portero del primer equipo blanco completó seis temporadas, hasta que en 1988 aterrizó en el Valencia CF del entrenador Víctor Espárrago. El uruguayo que muy poco después del ascenso convirtió al equipo de nuevo en un bloque competitivo gracias al aporte de hombres como ‘Ochoto’.
La solidez era una marca de distinción de aquel Valencia, y comenzó a forjarse con la sobriedad debajo de los tres palos del meta de Hernani. Tras 113 partidos como valencianista, la portería quedó sellada a cero en 43 y su promedio de 108 goles encajados es menor a uno por encuentro. En Mestalla encontró su lugar. Sus firmes paradas le llevaron al Zamora en 1989. Fueron dos años como indiscutible en la portería, por lo que la Selección le brindó el debut en un amistoso ante Polonia ese mismo año, y al siguiente un sitio en el equipo que viajó al Mundial de Italia 90. Sin embargo, a la vuelta de la cita, Sempere empezó a ganarle el pulso al que el fútbol siempre condena a los arqueros. Uno u otro, no hay espacio para dos en la portería. Con Guus Hiddink fue perdiendo protagonismo, así que con la misma naturalidad con la que vino del Madrid se marchó al CD Tenerife buscando la titularidad en la campaña 1992/93.
Este sábado, el Bernabéu de la mano de Real Madrid y Valencia rendirá homenaje a una de las mayores leyendas de la portería del fútbol español. Además, se llevará a cabo el tradicional minuto de silencio antes del comienzo del partido en un feudo del que él, mejor que nadie, sabía de su dificultad y de lo que disfruta el valencianismo cuando allí su equipo dio el golpe.
Como jugador, venció los dos choques como madridista contra el Valencia en el Bernabéu. De valencianista, le tocó perder. En abril de 1991, el equipo cayó 4-0 frente al Madrid de los que antaño fueron compañeros de quinta. Ese día el árbitro lo expulsó por una falta en el minuto 82. Fue su último día como titular con la camiseta del Valencia en la Liga.








