Se había ido sin rencor y sin ningún tipo de reproches. O eso había dicho, que no es lo mismo. En un momento totalmente inoportuno, Gabi Fernández se puso este jueves en evidencia a sí mismo y dio una prueba más de la debilidad del ser humano. Al exentrenador del Real Zaragoza también le pudieron los más bajos instintos. Definitivamente, esa mirada de ceño constantemente fruncido no estaba limpia.

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