Francia está enferma aquejada de tres dolencias al mismo tiempo. Una, política con Gobiernos que implosionan nada más ser creados. Otra, económico con una deuda siempre creciente, un deficiency público disparado y una de las peores calidades crediticias de los países europeos. La última, un malestar social un hartazgo generalizado que provoca protestas infinitas en las calles y que ya tiene un nombre, el claro (de claro en argot, pirarse) el equivalente al “que se vayan todos” de Argentina.

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