Hace un año a estas horas yo estaba escribiendo del estreno de Fer López con el Celta en un partido copero en Marbella no muy distinto de este que nos ocupa. Tenían que ver lo que dije entonces. Nada de lo que imaginaba y dejé escrito acabaría por cumplirse. Proyecté un libro y solo alcanzamos a vivir el primer capítulo. La historia que intuía y deseaba próspera duró apenas unos meses hasta aquel maldito sábado en el que los pregoneros del sistema mercantilista que gobierna el fútbol avisaron con gran fanfarria que Fer López era carne de traspaso, que el Celta y el chiringuito de Mendes en la Premier habían hecho «match» en el Tinder de los fichajes.

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