“Como entonces: ¡Aquí no se rinde nadie!”. El diario ‘Granma’, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba homenajeó en su portada a Juan Almeida Bosque, uno de los comandantes de la guerrilla de Fidel Castro que tomó el poder en 1959. La evocación, con su llamada a no bajar los brazos no pareció estar relacionada con la figura del extinto dirigente sino con la profunda ola de resignación que empapa a la sociedad, especialmente cada vez que la isla queda completamente a oscurascomo sucedió el miércoles de esta semana. Según ‘Granma’, la luz comenzó a retornar en los hogares. La Habana ha amanecido con casi el 80% de la cobertura eléctrica después de horas de irritación que el Gobierno se tomó muy en serio, al punto de militarizar puntos de la capital. “Seguimos de pie, combatiendo”, dijo el presidente Miguel Díaz-Canelpara informar a través de X la dificultosa vuelta a la situación previa.
El recuerdo del estallido social del 11 de julio de 2021 aflora cada vez que los problemas atraviesan a la población. El de los apagones es recurrente. Se registraron cinco en menos de un año. “Continúan las labores para el restablecimiento del Sistema Eléctrico Nacional (SEN)”, prometió el diario gubernamental. La mayor de las Antillas se encuentra, no obstante, bajo la “contingencia energética”, un modo elusivo de reconocer la extrema precariedad de la red de abastecimiento y suministro.
La desconexión del SEN obedeció, una vez más, a fallas en la central termoeléctrica Antonio Guiteras, en la provincia de Matanzas, a unos 100 kilómetros de la capital. La falta de luz escenifica el carácter dual del presente cubano. En los hogares se iluminaron con velas. Algunas dependencias estatales funcionaron con grupos electrógenos propios. Mientras tanto, el Ministerio de Turismo (MINTUR) garantizó el funcionamiento de sus servicios para “transmitir confianza y seguridad a todos nuestros visitantes”. Recordó que “la mayoría de nuestros hoteles disponen de generadores eléctricos y recursos necesarios para operar con normalidad”. El entorno se mantuvo sin embargo a oscuras.
Una crisis que no cesa
La debacle del servicio eléctrico se acentuó a partir del año pasado con tres desconexiones totales del sistema. Cuba consume ocho millones de toneladas de combustibles, pero solo produce tres millones y debe adquirir el total restante. Rusia contribuyó con decenas de barcos a que la situación no se agravara. El petróleo venezolano no fluye como antes. México contribuye a que el faltante no se tan agudo. La crisis energética es parte de un déficit global en la isla. El PIB cubano se contrajo un 1,1% en 2024. En cinco años se acumula una contracción del 11%. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), augura una nueva caída de 1,5 puntos para 2025. El deterioro de las condiciones de vida enerva a la población que expresa su furia a través de las redes sociales.
Bajo la tenue luz de una lámpara o a oscuras, los problemas y conflictos son evidentes en ese país que incorporó el año pasado a su vocabulario la palabra “ajuste” para referirse al reacomodamiento de una economía a la deriva. Solo la poda del ultraderechista argentino Javier Milei ha sido mayor en la región.
La cotidianeidad es exasperante para una isla que, pese a su conflicto permanente con Estados Unidos, al que responsabiliza de la inviabilidad del sistema, importa de los puertos norteamericanos parte de los alimentos por millones de dólares. La falta de huevos fue atenuada con esas compras. “La devastación de la producción de huevos en Cuba en la era del ordenamiento –mucho mayor que el descalabro del período especial de los años 90– es una de las aristas más graves de la inseguridad alimentaria actual”, dijo el economista Pedro Monreal.
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