El próximo entrenador del Real Zaragoza será el número 22 de esta etapa en Segunda División y el octavo de la actual propiedad, que llegó a la ciudad con el objetivo de alcanzar la estabilidad deportiva y está zarandeando el gallinero tanto o más que sus predecesores. Los datos son terroríficos y describen perfectamente lo que le ha sucedido al club en estos trece años en Segunda División, las causas que resumen por qué no ha salido de este agujero negro y las consecuencias de tan horrendo desempeño.
La realidad que está viviendo el Real Zaragoza en estas horas se ha repetido como un mal sueño casi cada año. La SAD se ha convertido en una trituradora de técnicos con todo lo que ello conlleva, primero para la salud del propio proyecto y, luego, a nivel reputacional en el fútbol español. Todo el mundo ve lo que aquí sucede y eso, se quiera o no, termina condicionando decisiones. A veces, incluso por encima del dinero, aunque el dinero nunca dejará de ser un poderoso caballero.
De primeras, en el día del Pilar, la actual propiedad del Real Zaragoza hizo dos cosas: asumir el error de la renovación de Gabi con su destitución y entregarle el equipo a Emilio Larraz, que este lunes se ha puesto a los mandos como solución más a mano ante la coyuntura generada por la falta de recambio. Sergio González, ex del Espanyol, Cádiz o Valladolid, no ha querido venir y a la SAD le convencen pocas cosas de las que hay en el mercado. Pocas por ser generosos.
De ahí que Larraz esté ante la gran oportunidad de su vida y de cumplir un sueño que había merecido mucho antes: dirigir al Real Zaragoza. Emilio no es un cualquiera. Acaba de superar los mil partidos dirigidos en el fútbol. Veremos si el destino le estaba reservando su mejor regalo a los 58 años o si todo acaba siendo flor de un día. El Real Zaragoza sigue en el mercado. La decisión final sobre el banquillo será la primera que tome Txema Indias al respecto, dado que a Gabi se lo encontró.
Larraz ha comenzado a trabajar con una plantilla a la que no le sobra nada, pero que tampoco tiene tan poco nivel como ha parecido con Gabi Fernández, que la ha empequeñecido. Eso sí, el madrileño no engañó a nadie. Habló de cómo iba a ser su propuesta sin trampa ni cartón y de manera pública: primero defender, correr mucho, orden táctico y tratar de cazar algún gol partiendo de la solidez atrás como mandamiento inexcusable. Construir el equipo desde atrás hacia delante. No fue solo cosa suya. Txema Indias, el director deportivo, reafirmó esa idea con una frase para echarse a temblar: “Es importante llevar los partidos al 0-0, intentar meter un gol y tres puntos”.
Con esa filosofía, a Gabi le ha ido como le ha ido. Ya es historia como entrenador del Real Zaragoza. Indias completó doce fichajes para dejar la plantilla preparada para ese modelo de juego tan específico, con una portería reconstruida por completo, una retaguardia nueva, una pieza clave en el medio de carácter eminentemente defensivo como Akouokou, varios refuerzos en los extremos y uno solo en la punta del ataque. Es decir, una revolución claramente inclinada hacia atrás.
El plan no le ha funcionado a Gabi Fernández, que ha sido víctima de sí mismo. Seguramente, todavía no estaba preparado para esto. Primero tuvo que trabajar con el hándicap de empezar la Liga sin la plantilla cerrada y con hombres claves sin fichar hasta el último día del mercado, luego comenzó a dar bandazos como consecuencia del miedo por la situación y, casi siempre, ha estado encerrado en una idea excesivamente conservadora que ha alejado al equipo de las victorias.
Como remate, sus jugadores han estado extraordinariamente desacertados ante el gol. La frase que pronunció antes de viajar a Almería resume su impotencia con una gran crudeza: “La falta de gol es una situación que no se puede mejorar. Entra dentro de la calidad del jugador, de la ansiedad, del cansancio”. De momento, ese es el panorama que Larraz se ha encontrado hoy. Un equipo que marcha colista y repleto de dudas. Sea Emilio finalmente el elegido o sea quien acabe siendo, Txema Indias va a tomar la decisión de las decisiones, la que marcará el futuro deportivo del club a medio y largo plazo y, seguramente, la historia contemporánea del Real Zaragoza. Que no sea un anuncio de coñac como el de Lebron James ni otra broma pesada.