Navegar con olas no es peligrososiempre y cuando se tomen los recaudos necesarios, como en cualquier actividad náutica, ya sea laboral o deportiva. En primer lugar, es vital el buen estado de la embarcación: casco, motor y funcionamiento correcto de la bomba de achique. Esta última debe tener el modo automático conectado en todo momento, si dispone de esa función. También es clave la experiencia de quien comande la embarcación. Por supuesto, todo tiene su límite precautorio.
Altura de ola y francobordo
El tablero es la altura entre la línea de flotación y la cubierta, medida a la mitad de la eslora. Como regla general, no se recomienda navegar con olas que superen esa altura. Si son más altas que el francobordo, no implica peligro automático, pero sí le demandará mayor pericia al capitán.
Saber de dónde sopla el viento también es fundamental, ya que esto determinará la dirección y altura de las olas. Dependiendo del rumbo de navegación, podremos anticipar en qué parte del casco impactará. Siempre se recomienda tomarlas por las amuras (por las 10 o las 2 si imaginamos un reloj) de babor o estribornunca de frente. Las lanchas modernas tienen buen poder de recuperación gracias a su diseño, pero si la ola llega de proa, el riesgo de pincharla y embarcar agua aumenta significativamente. Si la bomba de achique no da a basto, el exceso de peso puede poner en riesgo la estabilidad. Además, el spray provocado por el viento al chocar contra la ola puede reducir la visibilidad al mojar parabrisas o cerramientos perimetrales, si los hubiera, dificultando la lectura de la formación siguiente.
Longitud y frecuencia
La frecuencia entre olas está directamente relacionada con la eslora del barco. Si la distancia entre crestas coincide con la eslora, se genera la peor condición: la embarcación cae en plano y la siguiente ola llega de inmediato, sin tiempo de reacción. Por eso, tomar las olas de proa es siempre desaconsejable.
Cuando navegamos a favor del viento (sotavento), las olas llegan desde popa. En este caso hay menos spray y mejor visibilidad, pero se genera un reflujo de corriente que puede hacer que la embarcación quede pegada provocando cavitación en la hélice. Esto suele ocurrir por falta de potencia o por un paso de hélice incorrecto.
La solución: realizar una leve desaceleración para bajar las RPM y lograr que las palas de la hélice muerdan adecuadamente el agua. Si lo hacen en exceso, la licúan; si lo hacen en defecto, disminuye la propulsión. En ambos casos se pierde eficiencia y se elevan innecesariamente las revoluciones. También hay que tener cuidado de no embarcar agua por popa. Allí se encuentra la sentina y si se acumula agua en ese sector, el sobrepeso compromete el equilibrio de la embarcación.
Aceleración, actitud y comportamiento
No se puede mantener una velocidad constante navegando con olas: todas son diferentes. No sirve observar la cadena completa de olas: sólo importa la próxima. Si tomamos la ola por amura (barlovento), se recomienda acelerar suavemente hasta la cresta y luego mantener potencia sin pasarse, para no caer de lleno ni perder actitud de proa elevada. Si se logra mantener la embarcación sobre la cresta, la ola pasará por debajo y la caída será suave.
norteunca se debe accionar el neutro en navegación con olas. Al hacerlo, la hélice dejará de traccionar y la embarcación queda a merced del agua, cruzándose con respecto a la ola. Siempre se debe mantener potencia en la medida justa.
Trimado del motor
El trim (sea fuera de borda o pata interna) debe estar ajustado según el rumbo y el peso a bordo. Con viento en contra (barlovento): trim en grado positivo (levantado) para elevar la proa y ganar protección. Con viento a favor (sotavento): trim neutro o levemente negativo para lograr buen torque desde abajo y salir del reflujo de la ola de popa sin quedar en el aire. Cuando el viento sopla sobre el río, se forma una línea de espuma visible sobre el agua. Esa línea indica su dirección. En travesías donde se hacen piernas de avance, esta referencia sirve para ajustar el rumbo ideal según la dirección del viento y del oleaje.
Seguridad nocturna
No es recomendable navegar de noche con oleaje. Sin luz, no se ven las olas, y si no se las puede leer, no se puede anticipar la respuesta de la embarcación. Siempre que se navegue con oleaje: colocarse el chaleco salvavidas, tener conectado el “hombre al agua” en el comando o caña, asegurado a la muñeca del capitán. Y mantener atención constante: una ola mal encarada o un golpe inesperado pueden arrojar a un tripulante distraído por la borda.