El Barça goleó al Bayern en su estreno europeo (7-1) / FCB
Hace poco más de seis años, mientras el Barça perdía 4-1 en Budapest su primera final de Champions ante el Lyon, Sam Kerr escribía en redes: “And this is competitive”, burlándose del nivel de las azulgranas. Solo dos años después, ese mismo equipo, con la misma columna vertebral y tras mucho, muchísimo trabajo, le ganaba 4-0 al Chelsea de la propia Kerr en Gotemburgo para conquistar su primera Champions.
Ese tuit empapeló el vestuario. Las jugadoras lo imprimieron y lo colgaron en la pared. Y se acordaron de él cuando levantaron la copa. Desde entonces, más de un comentario ha acabado también ahí dentro. Porque, como escribí tras el 7-1 al Bayern, nada alimenta más a la bestia que el ruido.
Y así se explica el arranque feroz en esta nueva Champions. Primero, porque este equipo quiere ganarlo todo y nunca se conforma. Segundo, porque la derrota en Lisboa dolió. Mucho. No estuvieron al nivel y lo pagaron caro. Desde entonces, y con el runrún del mercado comparando refuerzos con los de OL, Chelsea o Arsenal, han escuchado de todo.
El problema no es lo que diga la calle. Es quién lo dice. En el programa de Paramount, antes del Barça-Bayern, se advirtió que sería una Champions exigente —cierto— y que la superioridad del Barça en Liga le pasaba factura en Europa, como había sucedido “recientemente”, sin mencionar que goleó al Chelsea en semifinales (8-2 global) hace unos meses y al Wolfsburgo en cuartos (10-2). Luego, tras el 7-1, aseguraron que el Bayern “no era tan difícil”. No, claro: solo es el campeón de Alemania, con Bühl, Harder, Schüller, Stanway o Tanikawa, y sin un gol encajado en el inicio de temporada.
El Barça domina con una superioridad aplastante en España, sí. Pero el Chelsea ha ganado diez ligas seguidas en Inglaterra y el Lyon, diecisiete de las últimas dieciocho en Francia. Nadie cuestiona su mérito. Si el Barça golea en la Liga F, es culpa del nivel de la competición; si lo hace en Europa, el rival “no está a la altura”. Nunca es porque el Barça sea mejor. Y eso no quita que la Liga F esté muy lejos de lo que tiene que ser y que Inglaterra, en la gestión, es un espejo en el que mirarse.
Las jugadoras saben que en Lisboa fallaron. Pero también que, salvo aquel día, arrasaron a todos los rivales del camino. Se puede ser escéptico con su papel esta temporada —tras salidas importantes y ante clubes que gastan millones en fichajes—, pero se he llegado a ningunear un equipo que lo ha cambiado todo dentro y fuera del campo. Y quizás habría que exigir más a esos mismos gigantes. ¿Por qué el Chelsea aún no tiene una Champions después de tanto gasto? ¿Por qué sufrió para rascar un empate con el Twente si la WSL “prepara tan bien”?
Que una exfutbolista del nivel de Kelley O’Hara menosprecie así a un equipo que lo ha ganado casi todo es una falta de respeto y, sobre todo, una muestra de desconocimiento. Quizás molesta lo que el Barça representa dentro y fuera del campo. “Nos daban por acabadas y este equipo está más fuerte que nunca”, dijo Rafel Navarro, segundo entrenador del Barça, tras el partido. Pues eso. Que el ruido sigue siendo su gasolina. Y que antes de hablar, algunas deberían ver más fútbol