Hoy en día, el Real Zaragoza no se concibe sin Sebas Moyano. El cordobés es fijo para Gabi y, de hecho, ningún otro componente de la plantilla ha sido titular en los siete encuentros disputados hasta ahora. Solo Sebas juega siemprecomo si ser el primero en llegar el pasado verano hubiera sido un aviso a navegantes para dejar clara su relevancia en un equipo en el que ya ejerce de líder.
No ha estado nunca Sebas entre los afectados por las rotaciones que ha ido introduciendo Gabi, en unos casos por necesidad y en otras por elección. Todos, de un modo u otro, han salido del once en alguna ocasión, aunque haya sido por problemas físicos, como fue el caso de Guti, al que molestias en la rodilla le impidieron viajar a Ceuta. A Adrián y a Dani Gómez, los únicos que, junto a Guti han sido titulares en seis de los siete encuentros, fue una decisión técnica lo que les apartó de una alineación de la que, en el caso del portero, parece destinado a seguir lejos ante la apuesta de Gabi por Andrada.
Pero Sebas siempre está. Lógicamente, es el jugador de la plantilla que más minutos (586) ha permamecido sobre el terreno de juego y su relevancia en el engranaje ofensivo del Zaragoza queda patente al advertir que es el jugador que más remata a puerta y el que más regates ejecuta de toda la plantilla.
Moyano es un peligro para el rival y eso se traduce en que es el segundo futbolista de Segunda que más faltas recibe. Hasta 23 (algo más de tres por encuentro) ha sufrido ya el cordobés, al que únicamente supera Hermoso (Las Palmas), al que le han atizado tres veces más que al zaragocista, cuya verticalidad y capacidad de desborde casi siempre han sido ubicadas por su técnico en la parte izquierda del ataque blanquillo.
Desde ahí partió también el pasado viernes, cuando fue uno de los mejores jugadores del Zaragoza en Mendizorroza ante el Mirandés. El andaluz, siempre generoso y solidario en el trabajo defensivo, ayudó a Pomares y lideró, junto a Cuenca en el otro costado, la generación de un Zaragoza que hasta entonces había tenido graves problema en ese apartado. También en la definición, por cierto, en la que Sebas Moyano no había estado fino. El extremo había llegado en numerosas ocasiones a las inmediaciones del área rival y había disfrutado de claras ocasiones para marcar, pero no estuvo tan acertado como en Vitoria, donde recibió el balón tras el intento de corte de un rival, se lo acomodó en la pierna derecha y ajustició a Nikic con un fuerte disparo que desató una celebración envuelta en rabia. Al fin, Moyano había logrado inaugurar su cuenta particular con un tanto que, además, iba a suponer la primera victoria del curso del Zaragoza y dar largas a un verdugo que amenazaba ya la cabeza de Gabi.
Sebas y diez más en un equipo que sigue en problemas pero que parece ver la luz al final del túnel. El vuelco táctico ejecutado por Gabi, reforzando la medular con un tercer hombre, alcanza de lleno también a los extremos, destino principal del ataque zaragocista. Solo que, ahora, la vía a través de la que alcanzar ese objetivo es algo diferente. Se trata de atraer al oponente por dentro para, desde allí, buscar la ofensiva por fuera, donde los extremos, obligados eso sí a ayudar a fondo al lateral, acuden entre líneas para ampliar las opciones de conexión y dejar vía libre al lateral en el costado. Así llegó el tanto en Vitoria, donde Cuenca halló a Moyano en su intento de enlace con Francho. La definición del cordobés fue la rúbrica perfecta a una gran jugada colectiva elaborada, al fin, sobre más de dos pases seguidos.