Xabi Alonso ha dejado de ser él mismo en el Real Madrid. El equipo blanco, donde fue campeón, le ha devorado hasta el punto de perder la noción del tiempo y del espacio. Lo evidenció en la rueda de prensa posterior a la sufrida clasificación para octavos de Copa ante el Talaveracuando confundió al próximo rival de Liga, el Sevilla, que podría decantar su caída en el banquillo madridista. Una caída que llegaría sin haber logrado definir una alineación reconocible.
Barça-Liverpool, la secuencia del quebranto
En los 24 partidos oficiales de esta temporada, iniciada con la campaña de Liga, Xabi Alonso solo ha repetido una alineación. Fue en una secuencia importante que prueba su caída en una cuerda floja de la que no ha sido capaz de salir. Ganó al Barça (2-1) con un once integrado por Courtois, Valverde, Militao, Huijsen, Carreras, Güler, Tchouaméni, Camavinga, Brahim, Mbappé y Vinicius. El día en que todo se rompió.
Jorge Cestero, este miércoles tras debutar con el Real Madrid, junto a Mbappé. / REAL MADRID
El cambio protestado del brasileño en un día que debería haber sido el principio de una nueva era evidenció que a Xabi Alonso le habían soportado los resultados. A partir de ahí, los llamados entornos empezaron a funcionar para cuestionar la autoridad de un entrenador que nunca volvió a ser el mismo. El principio de la desescalada lo marcó el 1-0 frente al Liverpool, donde el vasco repitió la alineación del ‘clásico’.
El resultado fue diametralmente opuesto. Los hombres que lograron revertir la dinámica contra el Barça de Flick, pero que naufragaron en Anfield. A partir de ahí, las bajas, sobre todo en defensa; y las sanciones, como las recibidas por Álvaro Carreras y Fran García contra el Celtaque casi le causaron el cese inmediato; provocaron la continua agitación. Al final Xabi Alonso ha terminado por perder su propia identidad.
El once inédito de la Copa
En el Leverkusen, el tolosarra se había caracterizado por ser un profesional de libreto flexible. Por eso eran continuas sus permutas en cada jornada. En el Madrid los cambios han terminado por darse fruto de la inconsistencia y la imposición de las jerarquías. Así, Vinicius dejó de ser un fijo discontinuo, salvo en partidos como el de Talaveradonde fue el único de los pesos pesados que no participó.

Los peores momentos del banquillo del Real Madrid durante el partido contra el Talavera. / M. BERENGUI / AP
El once de la Copa difícilmente volverá a repetirse, con Lunin; David Jiménez, Huijsen, Carreras, Fran García; Mastantuono, Ceballos, Güler; Endrick, Gonzalo y Mbappé. Totalmente distinto al de inicio de temporada frente a Osasuna: Courtois; Trent, Militao, Huijsen, Carreras; Güler, Tchouaméni, Camavinga, Bellingham; Mbappé y Vinicius; y también del anterior del Alavés: Courtois; Valverde, sensus, rüdiger, valding salarios; Güler, tchouameneni, Bellingham; Rodrygo, Mbappé y Viniicus.
La nueva lesión de Militao, que se había convertido en el mejor fichaje de la defensa, propuso una descomposición de la que Xabi Alonso no ha sabido salir. La repetición de Carreras como central, evitando poner a Joan Martínez contra un rival de la categoría donde juegarefleja los palos de ciego de un entrenador que pasó de innovar tácticamente con defensa de tres centrales a ni siquiera tenerlos.
Güler, el mínimo común múltiplo
A estas alturas de la temporada, Mbappé es el jugador que más minutos acumula (2.018). Salvó a Xabi Alonso de un despido fulminante y fue el único que se sintió incómodo en el caos que se generó en Talavera. Aunque esa voluntad individual no fue capaz de transmitírsela al resto en El Prado. Le siguen, sin tener en cuenta a Courtois, Carreras, Valverde, Tchouaméni y Vinicius.
Una selección desigual de críticos y en su día correligionarios de Xabi Alonso. Las deficiencias en la preparación física también han hecho mella en la consolidación de un equipo que ha transitado del 4-3-3 al 4-4-2. De entre todos los jugadores utilizados, la única constante en todos los partidos ha sido Güler, quien, con todo, ha sido incapaz de consolidarse en un Real Madrid donde el técnico vasco no ha sido capaz de cumplir con la misión principal que le habían encomendado: tener una identidad propia.








