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Cuando la Real Sociedad ascendió a Imanol Alguacil como entrenador del primer equipo en 2018, nadie sabía que se convertiría en un componente crucial del club. Recién renunció el verano pasado, y ambos finalmente llegaron a la conclusión de que su era bastante gloriosa había llegado a su fin. Pues resulta que la Real Sociedad tenía en Alguacil algo más que un simple entrenador. No es el único que se ha marchado y ahora se sitúan por encima de la zona de descenso.
De la mano de Alguacil, la Real consiguió todo lo que aspiraba. Se clasificaron para competiciones europeas regularmente en cada temporada completa con Alguacil hasta la última, y consiguieron un trofeo de la Copa del Rey en 2020, poniendo fin a cuatro décadas sin un trofeo. Anoeta se convirtió en uno de los estadios más temidos de España, sobre todo bajo la lluvia. Más importante aún, Alguacil entendió y respetó la tradición de la academia. Sus equipos contaban con graduados como Igor Zubeldia, Martín Zubimendi y Mikel Oyarzabal, combinándolos con talentosos importados como Mikel Merino, Alexander Isak y Takefusa Kubo. Con los jugadores físicamente fuertes que caracterizan al fútbol vasco, batiéndose en duelos, Alguacil lo combinó con un planteamiento estratégico y de alta posesión.
Lo que no se dio cuenta la Real Sociedad es que Imanol Alguacil propiciaba un ambiente único. Aunque el año pasado no fue tan glorioso, ha habido grandes diferencias desde su salida. Cuando Alguacil anunció a la plantilla y al club que no renovaría, varios canteranos se echaron a llorar. Alguacil representaba una versión humana del éxito: con los pies en la tierra, dispuesto a bromear con los periodistas y muy respetado por los jugadores y directivos del club. Para muchos jugadores del primer equipo actual, Alguacil fue el hombre que les ayudó a ascender al primer equipo.
La Real Sociedad no estaba preparada para su salida. El club respetó su decisión alegando que estaba agotado después de tantos años, mientras los medios locales hablaban de un creciente malestar entre Alguacil y el equipo de contratación. El club optó por hacer lo mismo que había hecho en 2018: ascender al técnico del filial. Así, en verano fue nombrado Sergio Francisco, con la difícil tarea de dar continuidad a la identidad alguacil.
No todos los entrenadores del equipo B son buenos entrenadores del primer equipo. Podría decirse que la Real Sociedad no ayudó en la transición de Francisco al nuevo cargo. Se marchó Martín Zubimendi, que se unió a los restos de Isak y Merino, cuyas ausencias todavía se sienten en Zubieta. A pesar de las lesiones de Orri Oskarsson y Mikel Oyarzabal, el fichaje récord Umar Sadiq sólo tiene dos titularidades en La Liga.
El problema no era tanto quién se fue, sino más bien quién nunca llegó: el equipo necesitaba refuerzos. Especialmente en la zona delantera, donde Oskarsson ha demostrado que sigue teniendo más potencial que producto terminado. En el mediocampo, Carlos Soler fue el único refuerzo importante, quedando anulada por lesión la aportación de Yangel Herrera. En la delantera, la cesión de Gonçalo Guedes apenas envió un mensaje de ambición, y la presencia de Francisco no fue la única razón por la que se predijo una temporada complicada como resultado.
La @RealSociedad y sus desventajas: solo 1 𝐕𝐈𝐂𝐓𝐎𝐑𝐈𝐀 (Osasuna) en 11 partidos en los que ha empezado por detrás en el marcador.
1 victoria
4 sorteos
6 derrotasBarça y Girona, dos derrotas… tras empezar ganando. pic.twitter.com/hzKKVOQ09B
— Fuera de juego (@Offsider_ES) 15 de diciembre de 2025
Lo que parecía en riesgo de terminar en catástrofe lo hizo el domingo por la mañana. Francisco nunca encontró la chispa dentro del equipo, consiguiendo sólo cuatro victorias en dieciséis partidos, sólo el derbi vasco lleno de fuego y pasión. La Real Sociedad ya tuvo problemas para aprovechar las oportunidades con Alguacil, pero pudo compensarlo con la cantidad de oportunidades que creó. Estos desaparecieron, dejando a los jugadores con una mala compensación. Francisco todavía estaba buscando respuestas cuando fue despedido.
Confiando en un enfoque más directo, el equipo de Francisco no dominó como lo hizo el de Alguacil, ni tampoco lastimó lo suficiente al rival con ese enfoque. Herrera podría haber contribuido a ello, pero una fecha límite para la firma de 11 millones de euros no es la piedra angular de ningún proyecto bien planificado. Tampoco tenía un referente en la delantera, por lo que Oyarzabal retomó su rol de nueve, en un deporte completamente diferente al que juega con España.
En verano también se marchó el director deportivo Robert Olabe, que junto con el presidente Joakin Aperribay y Alguacil puede presumir de ser uno de los artífices de su exitosa era. Atraído al Aston Villa en la Premier Leaguedebía allanar el camino para Erik Bretos, su sucesor. Otro candidato a la continuidad, el ex jefe de cazatalentos de la Real Sociedad, el jugador de 36 años también tiene espacios amplios que ocupar.

La derrota ante el Girona fue la gota que colmó el vaso (1-2) para Francisco, Bretos y Aperribay habrían tomado la decisión pocas horas después del doblete de Viktor Tsygankov. Fue una prueba más de un patrón, con el equipo luchando por crear oportunidades y concediendo con demasiada facilidad cuando las desaprovecharon. Por ahora, el entrenador del filial, Ion Ansotegi, ha vuelto a ascender y el club se acerca peligrosamente a la zona de descenso.
Ansotegi acompañará a La Real hasta las vacaciones de invierno, y, según se informa, el ex entrenador del Hoffenheim y Stuttgart, Pellegrino Matarazzo, será una opción más permanente. Quien tome las riendas a largo plazo, tEl club necesita urgentemente un cambio de sentido: han tenido que comprobar la realidad. Ubicado apenas un punto por encima de la zona de descenso, el mandato de Francisco trajo lecciones, y aunque tuvo dificultades para hacer su parte, su partida no debería eclipsar las otras deficiencias que fueron evidentes en agosto.







