BRUSELAS – Más del 80% de las empresas europeas quedarán liberadas de sus obligaciones de presentación de informes ambientales después de que las instituciones de la UE llegaron a un acuerdo el lunes sobre una propuesta para relajar las regulaciones ecológicas.
El acuerdo es una importante victoria legislativa para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Ella, que busca hacer de la reducción de los trámites administrativos para las empresas uno de los hitos de su segundo mandato.
Sin embargo, esta victoria tuvo un coste político: esta cuestión fue llevada al límitecolapsar la coalición que permitió su reelección; su propia familia política, el Partido Popular Europeo (PPE), de centroderecha, se había aliado con la extrema derecha para impulsar el acuerdo.
La nueva ley, la primera de una larga serie de textos generales de simplificación, reducirá enormemente el alcance de las obligaciones de información sobre sostenibilidad corporativa introducidas durante la legislatura anterior. Detrás de esta reducción de los trámites administrativos, el objetivo es estimular la competitividad de las empresas europeas y promover el crecimiento económico.
El acuerdo concluye un año de intensas negociaciones entre responsables políticos, inversores, empresas y la sociedad civil europeos, que se han enfrentado sobre la cuestión de cuánto reducir las obligaciones de las empresas de informar sobre el impacto ambiental de sus actividades y sus cadenas de suministro, incluso cuando los efectos del cambio climático en Europa continúan empeorando.
“Este es un paso importante para lograr nuestro objetivo común de crear un entorno económico más favorable para apoyar el crecimiento y la innovación de nuestras empresas”, dijo Marie Bjerre, Ministra danesa de Asuntos Europeos. Dinamarca, que ocupa la presidencia del Consejo de la UE hasta finales de año, lideró las negociaciones en nombre de los gobiernos de la Unión.
“Este acuerdo supone una reducción histórica de costes”, aplaudió Jörgen Warborn (PPE), que dirigió las negociaciones en el Parlamento. “Hemos logrado algo muy positivo para las empresas en Europa (…). Espero que este ómnibus aterrice definitivamente la próxima semana en Estrasburgo, donde lo votaremos en sesión plenaria”.
Propuesto por la Comisión febrero pasadoeste ómnibus tiene como objetivo abordar inquietudes comerciales que creen que las formalidades administrativas necesarias para cumplir con las leyes de la UE son costosas e injustas. Muchos creen que Europa es demasiado entusiasta en lo que respecta a la legislación y las restricciones medioambientales. Y lo acusan de ser responsable del débil crecimiento económico y la pérdida de empleos, lo que les impide competir con sus competidores estadounidenses y chinos.
Pero grupos ambientalistas y de la sociedad civil –así como algunas empresas– han argumentado que la reversión pondría en peligro el medio ambiente y la salud humana.
Este desacuerdo se ha extendido a Bruselas, alterando el equilibrio de poder en el Parlamento, cuando el PPE rompió el famoso “cordón sanitario” –una norma no escrita que prohíbe a los partidos tradicionales colaborar con la extrema derecha– para adoptar recortes significativos en las regulaciones verdes. Se trata de un precedente para la futura legislación europea, mientras la UE se enfrenta a prioridades a veces contradictorias: estimular el crecimiento económico y avanzar en su transición ecológica.
Desde entonces, el término “ómnibus” se ha convertido en una expresión común en la jerga de Bruselas, ya que la Comisión presentado al menos otros 10 proyectos de ley de simplificación sobre temas como la protección de datos, las finanzas, el uso de productos químicos, la agricultura y la defensa.
Menos papeleo
El acuerdo alcanzado por los negociadores del Parlamento Europeo, el Consejo de la UE y la Comisión incluye cambios a dos piezas legislativas clave en el arsenal regulatorio verde de la UE: la Directiva sobre informes de sostenibilidad corporativa (CSRD) y la Directiva de diligencia debida sobre sostenibilidad corporativa (CS3D).
Originalmente, esto exigía que las empresas, grandes y pequeñas, recopilaran y publicaran datos sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero, la cantidad de agua que utilizan, el impacto del aumento de las temperaturas en las condiciones laborales, las fugas de productos químicos y el respeto de los derechos humanos y las leyes laborales de sus proveedores, que a menudo se encuentran en todo el mundo.
A partir de ahora, las obligaciones de presentación de informes solo se aplicarán a las empresas que emplean a más de 1.000 personas y con una facturación neta de 450 millones de euros, mientras que sólo las empresas más grandes (con más de 5.000 empleados y una facturación neta de al menos 1.500 millones de euros) estarán sujetas a obligaciones de diligencia debida en su cadena de suministro.
Tampoco están obligados a adoptar planes de transición, detallando cómo pretenden adaptar sus modelo de negocio para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Es importante destacar que los formuladores de políticas se deshicieron de un marco legal europeo que permitía a los ciudadanos responsabilizar a las empresas por el impacto de sus cadenas de suministro en los derechos humanos o los ecosistemas locales.
Los eurodiputados volverán a opinar sobre la adopción o no del acuerdo: la votación final está prevista para el 16 de diciembre. Esto significa que los parlamentarios tienen la posibilidad de rechazar el acuerdo alcanzado por los colegisladores si consideran que se desvía demasiado de su posición inicial.
Este artículo fue publicado por primera vez por POLITICO en inglés y luego editado en francés por Jean-Christophe Catalon.







