En enero de este año Instituto confirmó un regreso que, en los papeles, prometía cierta solidez y experiencia. El de Leonel Mosevich. Por entonces, Pedro Troglio era el entrenador y en medio de los amistosos que la Gloria realizaba en Uruguay levantó la voz: necesitaba un zaguero.

El manager Federico Bessone tomó la posta y concretó la vuelta del central, que ya había vestido la camiseta albirroja en 2023, ese año inolvidable que significó el retorno del club a la elite del fútbol argentino.

La carrera de Mosevich se había escrito en diferentes escenarios. En Chile, con O’Higgins. En Patronato, en la Liga Profesional. En Portugal, con Vizela y Nacional. Y también en Suiza, con el Saint Gallen.

La vuelta a Alta Córdoba pintaba como una nueva etapa de estabilidad. Pero el fútbol, como tantas veces, no fue lineal: una lesión en el tendón lo dejó al margen desde el arranque. El central pasó más tiempo entre kinesiología y gimnasio que en el césped. Y hasta en el receso se barajó su salida. Gimnasia de La Plata y otros equipos se interesaron en él. Pero decidió quedarse.

La revancha apareció de golpe. Primero contra San Lorenzo, después ante Argentinos Juniors. Y en ese último partido en el Monumental de Alta Córdoba fue uno de los puntos más altos de un equipo que venía necesitado de respuestas.

“Me sentí bien más allá de la falta de ritmo. Ante Argentinos era importante conseguir los tres puntos, no se nos venía dando. Estoy contento porque el grupo sacó adelante esta situación”, contó el zaguero después del entrenamiento de este miércoles en La Agustina.

Mosevich recordó lo que atravesó en estos meses: “Tuve la mala fortuna de llegar y tener la lesión en el tendón, que me dejó un tiempo afuera. Después, cuando me reintegré, sin pretemporada, no me sentía al 100 físicamente. A mitad de año hicimos una pretemporada con el Gato (Daniel Oldrá) y ahora desde lo físico me siento bien”.

El defensor también valoró el nuevo esquema con línea de cinco que dispuso el DT: “Me siento cómodo, donde el equipo me necesite voy a estar. Ya lo veníamos trabajando. Ellos (Argentinos) metían mucha gente en ataque y siempre estuvimos bien posicionados, lo que también les dio aire a los extremos para llegar con más claridad”.

No ocultó lo que significó volver a ganar en Alta Córdoba: “Era importante hacerlo de local, era una cuota pendiente. Estoy contento porque se pudo dar el triunfo ante nuestra gente”.

El análisis sobre el rival fue concreto: “Sabíamos que Argentinos es un equipo que sabe a lo que juega. Tiene jugadores de buen pie. Tratamos de compensar desde la agresividad y la actitud”.

En la charla, dejó también un costado íntimo, ese que lo acerca al hincha: “Uno entrena para jugar y a veces no le toca. Tuve que ayudar desde otro lado. Siempre me entrené al máximo para estar preparado el día que me toque. No soy de leer redes, trato de no engancharme. El jugador sabe cuándo está bien y cuándo está mal. Soy muy autocrítico en ese sentido”.

Hoy, Mosevich ya no es ese futbolista que miraba desde afuera, con bronca contenida y silenciosa. Volvió a estar en la cancha y encontró lo que tanto buscaba: continuidad. Instituto lo necesitaba. Y él también necesitaba a Instituto. En ese reencuentro, el defensor encontró algo más que minutos: recuperó la voz.

Posiciones en la Liga Profesional

Fuente