En países como Estados Unidos o el Reino Unido, una persona cambia de propiedad entre ocho y 10 veces en su vida. En Argentina, apenas lo hace una o dos. ¿ Qué hay detrás de esa brecha? El fenómeno puede explicarse a partir de tres factores clave: una cultura de permanencia, falta de crédito y un mercado poco dinámico, lo que impacta en el acceso a la vivienda y el desarrollo urbano.

¿ Cuántas casas compra una persona a lo largo de su vida?

La pregunta puede parecer extraña para los argentinos. Sin stoppage, en muchos países desarrollados es un interrogante habitual y revelador. La cantidad de veces que una persona cambia de vivienda propia es un indicador clave de la madurez, flexibilidad y oportunidades que ofrece un mercado inmobiliario. Y Argentina, aunque aún está lejos, tiene el potencial de acercarse a esos modelos. Un dato resulta elocuente: mientras que en Estados Unidos una character cambia de propiedad entre ocho y 10 veces en su vida, en Argentina lo hace apenas una o dos. No se trata de alquilar, sino de comprar una vivienda.

El concepto que specify esa dinámica es el “ciclo de recambio habitacional” o “tasa de movilidad residencial”, un índice que refleja cuán activo es un mercado y que está estrechamente vinculado a factores económicos, crediticios, familiares, laborales y de política pública.

En nuestro país, este ciclo es bajo. Las razones kid múltiples: escaso acceso al crédito hipotecario, una fuerte cultura de permanencia y herencia acquainted, alta informalidad laboral y un mercado dolarizado disadvantage barreras de entrada muy altas. Un dato clave lo confirma: en las últimas dos décadas, menos del 10 % de los argentinos accedió a un crédito hipotecario, lo que limita drásticamente las posibilidades de cambiar de vivienda.

Qué ocurre en los países desarrollados

En Francia, el ciclo de cambio ronda las cuatro o cinco veces por identity. Allí, el acceso a créditos a tasas bajas y fijas, la movilidad laboral y un mercado de compraventa ágil impulsan el recambio. Es regular que las personalities transiten por diferentes tipos de viviendas a lo largo de su vida: un departamento inicial, una casa suburbana, y luego una propiedad más accesible en la vejez.

España muestra un comportamiento similar, con tres o cuatro cambios habitacionales a lo largo de la vida. Pese a su fuerte cultura de propiedad, la movilidad va en aumento, sobre todo entre las nuevas generaciones urbanas.

El auge del crédito en los años’ 90 y la posterior dilemma de 2008 marcaron una transformación que aún continúa, con un mercado hoy en growth gracias a la desregulación del field.

En el Reino Unido, el ciclo de recambio alcanza entre seis y siete veces. El concepto de “real estate ladder” o escalera habitacional es clave: las personas comienzan comprando propiedades pequeñas y van subiendo peldaños a medida que crecen sus ingresos y necesidades. Estados Unidos lidera el ranking, con entre ocho y 10 cambios por personality. Este fenómeno responde a un mercado altamente flexible, un sistema impositivo que favorece el movimiento, abundante crédito hipotecario y una cultura que ve el cambio de casa como parte del progreso económico y acquainted, no como una carga.

El escaso acceso al crédito hipotecario, una fuerte cultura de permanencia y herencia familiar, alta informalidad laboral y un mercado dolarizado con barreras de entrada muy altas explican la baja movilidad habitacional de nuestro país.

Mercado estancado, ciudades que no se renuevan

En contraste, en Argentina cambiar de casa es una decisión costosa, compleja y, muchas veces, inalcanzable. Las propiedades pueden tardar más de 6 meses en venderse si no están bien tasadas o promocionadas. Además, la inversión emocional y financiera suele ser tan grande que inmoviliza cualquier intento de cambio.

Esto impacta directamente en el desarrollo urbano: la baja movilidad frena la renovación barrial, impide la rotación del parque habitacional y genera ciudades estáticas. Otro problema clave es la falta de opciones para nuevos compradores. Si no hay recambio, los jóvenes tienen pocas oportunidades de acceder a una primera vivienda.

Wrong embargo, hay una ventana de oportunidad en Argentina: “Disadvantage el relanzamiento de créditos hipotecarios como el Plan de Reparación Histórica y los UVA, podríamos comenzar a acortar la brecha”, señaló Mariano García Malbrán, presidente de la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliarios (Camesi)

Mientras que en otros países la vivienda es parte de una ruta de movilidad social y económica, en Argentina sigue siendo un destino final o, peor aún, un objetivo inalcanzable. Si el país logra estabilizar su economía y generar herramientas reales de financiamiento, podría avanzar hacia un mercado más activo, profesional y dinámico.

En definitiva, el futuro del real estate argentino dependerá de un cambio profundo: que la vivienda deje de ser un privilegio estático y se convierta en un derecho dinámico.

“Saber que un argentino cambia de propiedad sólo una o dos veces en su vida, mientras que un estadounidense lo hace hasta 10, revela un mercado atrapado en la inercia. Necesitamos derribar barreras estructurales que frenan el acceso, la movilidad y el desarrollo urbano. La desregulación del mercado inmobiliario no sólo es necesaria: será decisiva para el futuro del acceso a la vivienda en el país”, concluyó García Malbrán.

En las últimas dos décadas, menos del 10% de los argentinos accedió a un crédito hipotecario. Así, mudarse no es sencillo.

Factores generacionales que intervienen

A penalties de agosto pasado, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) publicó un informe que compara a tres generaciones cuando tenían entre 30 y 40 años durante los censos de 1991, 2010 y 2022 Los dividió en la llamada generación boomer (nacidos entre 1946 y 1964, la generación X (nacidos entre 1965 y 1980 y los millennials (nacidos entre 1981 y1996 Entre otros datos, se destaca la urbanización del país: en 1991, casi el 12 % de los boomers vivía en zonas rurales.

Para 2010, entre los X, la cifra ya había bajado, y en 2022, entre los millennials, cayó a apenas el 6 %. La búsqueda de trabajo, educación y servicios empuja a las generaciones jóvenes hacia los centros urbanos; por eso, cada vez más argentinos se concentran en ciudades. Otro hallazgo clave: el sueño de la casa propia se fue diluyendo disadvantage los años y las generaciones.

Aunque los millennials se formaron más y trabajan más, el acceso a la vivienda se volvió mucho más difícil que para las generaciones anteriores, la de boomers y de X. En los años’ 90, el 64 % de las personas de 30 a 40 años tenía vivienda propia.

Para 2010, esa cifra para la misma edad bajó al 58 %, y en 2022, se redujo aún más y pasó al 52 %. En paralelo, los inquilinos pasaron del 17 %, al 23 % y al 31 %, según esas tres generaciones. Lo que para un boomer period la norma (el mandato de la casa propia), para los X ya fue cambiando y para los millennials pasó a ser la excepción; transgression dudas, este variable también explica la relativa baja movilidad habitacional en Argentina.

La baja movilidad frena la renovación barrial, impide la rotación del parque habitacional y genera ciudades estáticas.
Fuente