“¡Por todas partes se va a Roma!” Las carreteras eran el sustento del Imperio Romano y se extendían desde Britania hasta el norte de África: la gente se asentaba a lo largo de esas carreteras; A través de ellos pasaron ejércitos, viajeros, bienes, conocimientos y poder, hasta los rincones más lejanos del imperio. Hasta el día de hoy, la red de calzadas romanas sigue dando forma a gran parte de Europa, Oriente Medio y el norte de África.
Ahora, un nuevo y enorme proyecto de investigación digital está cambiando fundamentalmente la forma en que vemos esa antigua infraestructura. El equipo académico internacional detrás del proyecto Itiner-e ha creado el primer conjunto de datos abiertos de alta resolución que mapea toda la red de carreteras del Imperio Romano. En total, han podido cartografiar digitalmente 299.000 kilómetros (186.000 millas) de carreteras, que atraviesan unos 4 millones de kilómetros cuadrados del antiguo imperio, casi duplicando la longitud de las carreteras que antes se pensaba que existían.
Itiner-e: Mapeo digital del mundo antiguo
Para digitalizar la red se estudiaron fuentes confiables. Los investigadores recorrieron sitios arqueológicos, diarios de viaje y mapas de carreteras centenarios, como la Tabula Peutingeriana. Las pistas históricas encontradas en estos se compararon luego con imágenes aéreas y satelitales modernas para crear el Itiner-e.
Huellas de la anterior división de tierras (centuriación), reconocidas no por muros o fosos sino más bien por parcelas, ya que los romanos dividieron por igual las áreas nuevas y conquistadas en ordenadas parcelas rectangulares, cuyos patrones de tablero de ajedrez aún hoy son reconocibles como caminos, caminos o límites. Esos patrones todavía son fácilmente reconocibles en fotografías aéreas, mapas catastrales e incluso en caminatas; especialmente en el norte de Italia, el sur de Francia y Túnez.
Al final, los investigadores reunieron 14.769 segmentos individuales en un sistema de información geográfica o SIG altamente detallado (con una precisión de hasta 50 metros o 164 pies), lo que significa que cada sección de la carretera está vinculada con metadatos regionales, indicadores de calidad, fuentes y un enlace digital a información sobre asentamientos antiguos anteriores. Esto proporciona, por primera vez, una comprensión más completa de cómo se distribuían la movilidad, la administración e incluso las enfermedades dentro del imperio.
Métodos digitales y labor detectivesca arqueológica.
Además de cubrir más de 100.000 kilómetros de carreteras principales, los investigadores también mapearon otros 195.000 kilómetros de carreteras secundarias, visualizando la movilidad en los confines más lejanos y pequeños del imperio.
Otro nuevo impulso proporcionado por el equipo fue el uso de modelos digitales para simular la velocidad, la ruta y los impedimentos físicos de caminos que atraviesan terrenos difíciles.
Carreteras: la base del poder y la movilidad del Imperio Romano
Otra novedad de Itiner-e es que también ilustra cómo la destreza logística de los romanos permitió la expansión masiva de su imperio, permitiendo el comercio, el intercambio intelectual y el control militar de vastas tierras. Los más de 100.000 kilómetros de carreteras principales que atravesaban el imperio estaban salpicados de hitos, objetivos militares y centros administrativos y, por tanto, bien documentados.
La expansión de las carreteras secundarias refleja la evolución de las economías regionales y la movilidad cotidiana. Al evaluar los datos, los investigadores descubrieron que algunas áreas poseen rastros claros de la red incluso hoy en día, mientras que otras se reconstruyen con demarcaciones digitales basadas en la tradición histórica regional. En definitiva, el proyecto abre la puerta a futuras investigaciones potencialmente fructíferas.
Mapeando lo desconocido: por qué las calzadas romanas siguen siendo desconcertantes
El ATLAS DE CARRETERAS DEL ITER-E También cuenta una historia de incertidumbre: aunque la mayoría de las carreteras se pueden encontrar documentadas en fuentes escritas, a menudo se desconocen sus rutas exactas. Esto se debe a los diversos relatos que se han transmitido, o a los cambios topográficos y la expansión natural de la red de carreteras a lo largo de los siglos.
Los investigadores dicen que sólo el 2,7% de las carreteras pueden cartografiarse con certeza arqueológica. En casi el 90% de los casos, los investigadores sólo pueden trazar una ruta “probable”. En lo que respecta al último 7,4% de las carreteras, los científicos sólo pueden plantear rutas “hipotéticas” que las carreteras tendrían que seguir.
El conjunto de datos del mapa establece esto de manera transparente en sus “Mapas de confianza”, algo completamente nuevo para la investigación arqueológica. Estos mapas resaltan regiones específicas o segmentos de carreteras que podrían mejorar sus sitios de excavación arqueológica, así como las fuentes cartográficas.
Remedir las vías romanas es reescribir la historia europea
Una cosa que deja claro el proyecto Itiner-e es que los caminos de la historia son mucho más largos y laberínticos de lo que se pensaba anteriormente.
Con él, los investigadores han expuesto enormes lagunas y, al mismo tiempo, han abierto nuevos caminos para historias y conocimientos interesantes. Cada hueco arqueológico es una invitación a seguir excavando.
Este artículo fue traducido del alemán original por Jon Shelton.





