El ministro para el Brexit, Nick Thomas-Symonds, aceptó que Gran Bretaña tendría que hacer contribuciones para cubrir “el costo de la administración” y pagar sus gastos en airplanes que implican la mancomunación de recursos, aunque siempre disadvantage un “análisis cuidadoso de la relación calidad-precio”.
Pero también ha sido claro en que el Reino Unido “no haría una contribución general al presupuesto de la UE” como parte del reinicio.
Para cualquiera que haya leído un periódico británico recientemente, el contexto en Westminster es obvio. A finales de este mes, la canciller Rachel Reeves presentará un doloroso presupuesto gubernamental que se espera esté repleto de aumentos de impuestos y recortes de gastos.
Con Reeves hurgando detrás del respaldo del sofá en busca de monedas de repuesto, la óptica– y la sabiduría presupuestaria– de desembolsar miles de millones de dólares a la UE estaría abierta a cuestionamientos.
Cuidando
Incluso hay quienes en el lado de la UE temen que pedirle al Reino Unido que emita tantos cheques pueda tener consecuencias para la relación a través del Canal.
La semana pasada, una minoría de estados miembros, incluidos Alemania, Bélgica, los Países Bajos e Irlanda, lanzaron un intento en una get-together de embajadores de la UE para suavizar el lenguaje sobre las demandas de contribuciones británicas a los fondos de cohesión.






