El Real Madrid es, sobre todo, un equipo de nombres propios. Siempre lo ha sido y más en la tesitura actual, donde hombre por hombre supera en tasación a casi cualquier equipo del mundo. Salvo los elegidos de un universo Premier que, con un Liverpool en horas bajas, volvió a demostrar que existe una brecha con los proyectos de LaLiga. Por eso, cuando se produce una derrota como la de Anfield, esta se personaliza. A excepción de en la portería, con un Courtois imperial, saltaron las costuras en todas las líneas.
Huijsen, el ‘holandés errante’
El central del Real Madrid, la primera gran apuesta de la ‘era Xabi Alonso’, llegó para corregir problemas como la salida de balón. Pero, sobre todo, para construir un eje de la zaga del futuro, dentro del proceso de renovación que inició Florentino Pérez hace más de un lustro. Después de un inicio prometedor, el internacional español, ha notado el peso de la inexperiencia. Algo que se plasma, no solo en la falta de empaque en duelos clave como el que le enfrentó al Liverpool, también en el exceso de suficiencia que demuestra al enfrentarse a equipos de este nivel.
Huijsen, en duelo aéreo en el partido contra el Liverpool. / JON SÚPER / AP
Uno de los problemas sistémicos del Real Madrid está en la espiral de elogios y críticas con la que debe lidiar cualquier jugador. Huijsen es, lo que Ancelotti denominaría como un “central optimista”, el calificativo que le puso a Militao hace unos años, para compararlo con Nacho, que era una figura que, consciente de sus limitaciones, adolecía justo de lo contrario. De ahí que una dupla demasiado optimista acaba por generarle problemas a una estructura falta de actitud y conceptos en jugadas claves en la Champions como el balón parado, el gran déficit del neerlandés.
Güler, vértigo en las alturas
El turco es la gran apuesta de Xabi Alonso para crear lo que el club no quiso traerle en el mercado. Fue la respuesta al fallido fichaje de Zubimendi, quien esperó sin éxito una llamada particular que nunca llegó. Güler es un fino mediapunta, con un último pase que ha iluminado la cuenta goleadora de Mbappé en el inicio de temporada. Un buen tipo, al que le falta carácter contra rivales que van a la carrera. Por eso el trabajo mental también es clave en un jugador que ha vivido un gran cambio físico con respecto a la pasada campaña, pero que sigue estando sobreprotegido.
A Güler le queda para ser Kroos, si es que llega a serlo. No por cualidades o aptitudes, pero sí para tener el poso de fijar el tempo de un partido. Algo que necesita el Madrid frente a los rivales que presionan y le entregan una posesión que se le atragantó a los de Xabi Alonso. El movimiento hacia la derecha, como interior, donde le situaba Ancelotti, fue el prólogo a su sustitución. Bellingham, a pesar de lo que diga su camiseta, tampoco es el ‘5’ capaz de orientar los partidos. Para colmo vio, como uno de sus enemigos, Szoboszlai, quien le ridiculizó por la falta de minutos en el pasado, hizo justo todo lo que el turco fue incapaz de ejecutar en Anfield.

Güler, sustituido por Trent durante el partido frente al Liverpool. / JON SÚPER / AP
Camavinga, vuelta al anarquismo
El francés fue el gran experimento de Xabi Alonso en el clásico. Un jugador con tanto ímpetu físico como indefinición. Un anarquismo que le funciona en partidos donde sus iguales se dejan llevar igualmente por el espíritu libre. “Nueva posición desbloqueada”aseguraba después de lucir contra el Barça como interior derecho. Pero detrás de esta indefinición está su incapacidad para ser un pivote regular, que pueda complementarse con Tchouaméni. Los servicios como lateral también se han terminado con Carreras, el único de los que falló en el derbi que se ha recuperado.
Rodrygo, un cero también la izquierda
El plan de partida de Xabi Alonso funcionó 20 minutos en los que consiguió que no pasase nada. Algo bueno para un equipo visitante, que siempre intenta frenar el ímpetu de los locales, espoleados por su afición. Hasta ahí. Los cambios tampoco mejoraron a un Real Madrid que se llenó de balón. La más inocua de las intervenciones fue la de Rodrygo. No por ser sorpresa es indicativo que un jugador que ha estado en una eterna rampa de salida no marque desde el 4 de marzo, cuando hizo un gol contra el Atlético que anticipaba un despertar que nunca llegó.

Xabi Alonso, junto a Mbappé, tras la derrota en Anfield contra el Liverpool. / Jon Súper / AP
Mbappé, el líder ausente
El Real Madrid ha generado una lógica dependencia del francés. Sin embargo, sabe el galo mejor que nadie que la bolsa de tantos se puede romper si estos no llegan en los partidos decisivos. Solo apareció con el partido ya perdido. “No vimos a Mbappé y Vinicius en el último tercio hacer un poco de magia y volver a meter al Madrid en el partido. Fue un poco decepcionante que en ese último tercio no hubiera realmente ese tipo de calidad que se espera de los jugadores del Real Madrid”, analizó Bale, con la certeza que le da haber sido un jugador de momentos lúcidos.
A Mbappé no se le va a valorar por la Bota de Oro que se ofreció al madridismo con fausto. Un acto de reafirmación de su liderazgo, como la cesión de un penalti a Vinicius. Pinceladas para un retrato que es incompleto en noches como las de Anfield. El francés se quedó sin marcar por segunda vez en la temporada. Se fue casi en blanco en todos los aspectos. En el combate de cotización que mantiene con las otras figuras del equipo, solo Vinicius puso cierta chispa, aunque terminó completamente anulado por Bradley. Mbappé no pudo quitarse la espina de Anfield, donde tocó fondo el año pasado.
Xabi Alonso, sin autocrítica
A pesar de los nombres propios que escenifican el fracaso en Anfield, el gran señalado fue Xabi Alonso, porque su intervención en el partido no funcionó. Las permutas llegaron tarde y no causaron efecto, como el cambio de posición de Güler. El vasco solo consiguió llevarse el apartado de la posesión. A pesar de que en su discurso estuvo la sensación de haber tenido opciones, lo cierto es que Mamardashvili apenas tuvo que intervenir. Los conceptos que ha querido inculcar a sus jugadores, como la presión o robo tras pérdida no son todavía constantes vitales del Real Madrid. La imagen de Vinicius defendiendo a Van Dijk en un córner representa el trabajo que queda por hacer.
Más allá de la pizarra, Anfield destapó una carencia que lleva instalada un tiempo en el Bernabéu y es la falta de actitud. Si en el desenlace del clásico se premió la rebeldía por el resultado, Xabi Alonso pronto intervino para disolver una fiesta exagerada para un primer paso hacia competir con los grandes que sigue sin ser efectivo. Consciente de que cada mala palabra provoca un incendio, el técnico vasco se refugió en los lugares comunes y el resultadismo que le da su corta trayectoria en el Madrid. Insuficiente para tapar a un equipo que al que el Liverpool desnudó.








