Desde los albores de la historia, los humanos han buscado aliviar su soledad compartiendo con los demás. Una mirada, una frase, una comida, incluso el silencio, eran formas de conectar. Hoy, estas conexiones han sido reemplazadas por interacciones digitales. Muchas personas ahora comparten sus sentimientos, pensamientos e inquietudes con la inteligencia artificial porque los sistemas digitales escuchan pero no juzgan; responden pero no crean expectativas. Pero esto no elimina la soledad; simplemente lo modifica. El resultado es una soledad controlada que crea una distancia emocional segura.
La tecnología hace que las personas parezcan más conectadas que nunca, pero nunca nos hemos sentido más solos. ¿La amistad hoy en día se trata simplemente de comunicarse a través de algoritmos?
Los sistemas de IA no sólo satisfacen nuestra necesidad de información; también reconocen emociones, hacen recomendaciones e incluso brindan apoyo emocional. Muchos usuarios interactúan periódicamente con estos sistemas para buscar orientación en sus decisiones diarias o para obtener apoyo psicológico compartiendo estados emocionales que no pueden revelar públicamente.
Las investigaciones muestran que este tipo de interacciones pueden reducir los sentimientos de soledad social a corto plazo. Sin embargo, la misma investigación también muestra que, a largo plazo, estas interacciones crean una “profunda sensación de vacío” cuando comienzan a reemplazar las relaciones reales. En otras palabras, la tecnología no elimina la soledad; lo reproduce en una nueva forma.
En “Simulacras and Simulation”, Baudrillard describe un mundo donde las representaciones reemplazan a la realidad. La inteligencia artificial se detiene en este punto: empatiza, pero no siente. Incluso si las personas saben que la otra persona es una máquina, no pueden renunciar a la comodidad de recibir una respuesta. Los poemas, la música, las imágenes o el discurso generados por la IA crean un impacto emocional, pero este impacto no es una respuesta verdadera; es simplemente un reflejo.
Esta tendencia está dañando las relaciones individuales e impactando negativamente en los vínculos familiares. Muchos jóvenes comparten su angustia emocional a través de una aplicación, no con sus familias. Las conversaciones familiares están siendo reemplazadas por el silencio de las pantallas, y las conversaciones intergeneracionales se están convirtiendo en conversaciones unidireccionales facilitadas por la inteligencia artificial. Si bien esto puede aliviar temporalmente los sentimientos de soledad, también debilita el sentido de pertenencia. La gente está recurriendo a sistemas que “comprenden” pero carecen de emoción, creando una nueva forma de comunicación donde la interacción reemplaza la conexión emocional.
En Türkiye, el uso de “diarios digitales”, “compañeros de IA” y “robots de terapia” está aumentando rápidamente, especialmente entre las generaciones más jóvenes. En una época en la que las interacciones sociales son cada vez más superficiales y la privacidad disminuye, estos sistemas ofrecen a los usuarios la oportunidad de comunicarse desde una distancia segura, libre de cargas emocionales. Si bien puede parecer que interactuar con la IA fomenta la cercanía, en realidad amplía la distancia entre las personas. Una máquina puede escuchar, pero no sentir; puede responder, pero no puede interpretar. La IA puede silenciar temporalmente la soledad humana, pero no puede eliminarla. La soledad es una parte integral del ser humano y es el último invento creado por el hombre para recordarnos la necesidad de una conexión genuina, tanto a nivel individual como social.





