El investigador Iñaki Martín-Subero es cauto (¿humilde?) en su explicación. “No diré que esto es algo como el descubrimiento del ADN”, explica a el Periódico. Pero tampoco esconde la envergadura del hallazgo: “Este es un conocimiento muy relevante acerca de la biología del cáncer. Es la primera vez en la historia que se hace esto”, señala este investigador ICREA y jefe del grupo de Epigenómica Biomédica del Idibaps, el centro de investigación del Hospital Clínic de Barcelona. Este equipo catalán, junto a otro del Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, ha descubierto un innovador método que descifra el origen y la evolución del cáncer, lo que permite predecir el curso clínico futuro del tumor. El estudio, que ha analizado la evolución de 2.000 pacientes con leucemias y linfomas, acaba de publicarse en la prestigiosa revista ‘Nature’.
El hallazgo permite anticipar qué comportamiento tendrá el cáncer y es una nueva herramienta para aplicar una medicina de precisión
“Nuestro descubrimiento es que la evolución del cáncer queda registrada en el epigenoma “, explica Martín-Subero. El epigenoma es como el ‘software’ del ADN: está compuesto por un conjunto de marcas químicas y proteínas asociadas que, sin cambiar la secuencia del ADN, controlan qué genes se activan o desactivan y cuándo lo hacen. El epigenoma se puede modificar por factores ambientales y hábitos de vida. “El epigenoma registra información de la identidad del tumor. También regula el origen y la trayectoria evolutiva del cáncer. Es como una caja negra del cáncer”, ilustra Martín-Subero. Al igual que la caja negra de un avión registra los datos del vuelo, el origen, la dirección y la velocidad del aeroplano, esta “caja negra del cáncer” ahora descubierta ofrece información especialmente valiosa sobre el tumor.
“El epigenoma registra información de la identidad del tumor. También regula el origen y la trayectoria evolutiva del cáncer. Es como una caja negra del cáncer”
Este trabajo que ahora sale a la luz ha sido coordinado por Iñaki Martín-Subero y por Trevor Graham, director del Centro de Evolución y Cáncer del Instituto de Investigación del Cáncer de Londres. Los primeros autores son Calum Gabbutt y Martí Duran-Ferrer, y han colaborado otros investigadores de España y Reino Unido además de Suecia, Suiza y Estados Unidos.
Desarrollo silencioso
El cáncer no comienza en el momento del diagnóstico, sino que con frecuencia se desarrolla silenciosamente durante años. Toda esta trayectoria evolutiva del tumor (cuándo y dónde se originó) queda codificada en el epigenoma. En concreto, se encuentra registrada en un tipo especial de marca epigenética conocida como metilación fluctuante. La metilación es una especie de reacción química del ADN.
El equipo investigador ha descubierto que la célula original que dio lugar al tumor deja una firma única de metilación: una huella que no solo revela la identidad de las células tumorales, sino que también cambia a medida que el tumor crece y se diversifica. Gracias a modelos matemáticos avanzados, el trabajo ha logrado descifrar estos patrones de metilación, reconstruyendo tanto el origen como la evolución del tumor con una precisión sin precedentes, lo que también permite predecir el progreso futuro de la enfermedad.
“El cáncer no comienza en el momento del diagnóstico, sino que con frecuencia se desarrolla silenciosamente durante años. Toda esta trayectoria evolutiva del tumor queda codificada en el epigenoma”
Esta herramienta, explica Martín-Subero, se ha aplicado en unos 2.000 pacientes con linfomas y leucemias. Es decir, los investigadores han usado una información ya existente. “No hemos generado nuevos datos, sino que los hemos repensado. Lo que antes considerábamos ruido de fondo, ahora nos ha revelado ni más ni menos que la historia evolutiva del cáncer”, añade Martí Durán-Ferrer, del IDIBAPS.
A partir de aquí es donde han entrado en juego matemáticos como Trevor Graham y Calum Gabbutt, que han aplicado modelos avanzados que permiten “descifrar la caja negra del cáncer”. El algoritmo que utilizaron en estos 2.000 pacientes se denomina Evocador.
Comportamiento futuro
¿De qué manera esta descodificación de la historia clínica del cáncer puede ayudar al paciente? “Saber esto nos permite anticipar el comportamiento futuro del cáncer”, responde Martín-Subero. Un ejemplo: si se ve que el tumor en cuestión se comenzó a originar hace mucho tiempo y que, por ello, su progresión es lenta, al paciente se le podrá dar un tratamiento menos agresivo. Si por el contrario, el origen del tumor es reciente y ha avanzado mucho en poco tiempo (es decir, es de progresión rápida), ese enfermo necesitará un tratamiento más agresivo. “Esta es una nueva herramienta para la medicina de precisión”, dicen los investigadores.
“Muy probablemente será una nueva herramienta para la oncología en general”
Además, insisten en que este hallazgo (pese a que se investigó a pacientes con leucemias y linfomas, es decir, con cánceres hematológicos) es “universal” para todos los tipos de cáncer. De hecho, el equipo de Londres sí ha testeado esta herramienta en cáncer colorrectal, de manera existosa. “Muy probablemente será una nueva herramienta para la oncología en general”, dicen Martín-Subero y Duran-Ferrer.
Así, la biopsia líquida (prueba que consiste en analizar el cáncer con una muestra de sangre) gana peso. “Creemos que la biopsia líquida va a funcionar en tumores sólidos, donde el acceso a la biopsia no es tan factible como extraer una muestra de sangre”, señala Duran-Ferrer.
Del laboratorio al hospital
¿Cuándo veremos esta herramienta aplicarse en la práctica clínica? Los investigadores, pese a estar convencidos de la trascedencia de este nuevo descubrimiento, son prudentes a la hora de hacer estimaciones. “Siempre pasa un tiempo de que hay un hallazgo hasta que se aplica a la clínica. Nos encantaría trabajar con una empresa que lleve esto al mundo real. Y de hecho estamos en contacto con algunas”, zanja Martín-Subero.
Este estudio, realizado en el marco del Clínic Barcelona Comprehensive Cancer Center (centro impulsado por Clínic, IDIBAPS y UB), ha sido posible gracias al apoyo de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), la fundación inglesa Cancer Research UK, la Fundación La Caixa, el Consejo Europeo de Investigación (ERC) y los Institutos de la Salud de los Estados Unidos. En total, han participado 21 investigadores de 15 instituciones en cinco países.
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