Querer no es poder. No existe correlación directa entre lo uno y lo otro. El mantra se repite hasta la náusea, sí, pero es otra falacia obscena de los «Vendotos» que abundan hoy dentro de las pantallas. Para alcanzar el éxito no basta con desearlo. Aceptarlo no es una rendición, solo una demostración de madurez si asumirlo no te lleva a no intentarlo más. El Hércules está atascado en una foto fija muy desenfocada. No avanza. El salto de categoría no ha llevado ligada una evolución del modelo competitivo que permita estar a la altura de la competición. El equipo alicantino quiere ganar como lo hacía en Segunda RFEF, a la misma velocidad, con idéntica manera de provocar desequilibrios, y es evidente que no le da, que está muy lejos de que le dé.
Hace falta algo (por no escribir alguien) que inyecte un impulso diferente, que precipite un cambio a mejor que se manifieste útil para la plantilla, ensartada en una estructura que no vale para aprovechar lo bueno que atesora cada sujeto a título individual. Por desgracia, sí está sirviendo para perpetuar las carencias. Es responsabilidad del entrenador corregir eso. Pero no pasa. No lo hace desde hace mucho. Haber perdido más de la mitad de los partidos tutelando proyectos, si no dominadores, sí más ambiciosos que la mayoría de los del grupo, es una buena muestra de que el modelo no fluye, no ayuda a ser un bloque equilibrado que defienda y ataque con diligencia, con la eficacia que se le exige a los aspirantes a campeón.
Sin avances
El Hércules no da sensación, observado desde fuera, de saber llevar el balón al área si no es a través de desplazamientos en largo. La propuesta por el fútbol directo es válida, pero tiene escaso sentido hacerlo con futbolistas a los que no beneficia esa apuesta. Y eso es lo dramático porque es un cliché al que no se renuncia, un error que se reproduce sin solución. Cuántos minutos tienen que pasar para darse cuenta de que Eslavioque tiene muchas virtudes, no cuenta entre ellas con la de bajar balones de espaldas cuando tiene a su marcador encima.
La mayoría de la grada se percata a los tres envíos frustrados. Dentro del banquillo, hasta pasada la hora de juego, nadie actúa. Por primera vez se dispone de dos figuras complementarias que han dado gran nivel en todos sus equipos. Pero no hay manera de juntarlos sobre el césped. Por contra, se opta por ubicar un supuesto enganchey mediapunta (que ya no es Arandael único con golpeo para dar puntos porque ya lo ha hecho de blanquiazul), que pasa más tiempo en su campo que detrás del nueve haciendo no se sabe el qué. Atacar, no.
Nico Espinosa Y Javi Moreno blanqueaban muchas de las manchas del modelo. Esa tarea le toca ahora a otros que, por lo que sea, no están sumando, no están dando el paso al frente. Soldevila vive ahogado en su propia ansiedad y Rojasque entra por el ojo por su aparente facilidad de desborde, no acaba jugadas ni las trenza, el balón casi siempre muere con él, sin salir de su bota. De repente, es como si la única vía de acceso al portero rival fueran los saques de banda de Javi Jiménez. Si es así, mal, porque todos los acaba atajando el portero, así que como arma está claro que requiere de más práctica. Casi tanta como el resto de balones parados que se ejecutan.
Faltan recursos que, por desgracia, tampoco se compensan con la defensa. La activación tras pérdida es tosca y la facilidad con la que le encuentran al equipo la espalda un claro signo de que la contención es francamente mejorable. Se puede seguir creyendo en los milagrosen la excepción que confirme la regla, pero no parece un modo coherente de caminar sobre seguro.
Se opta por ubicar un supuesto enganche, un mediapunta que pasa más tiempo en su campo que detrás del nueve haciendo no se sabe el qué. Atacar, no.
Hay que pensar. No dar pasos en falso. No actuar por actuar, eso es incuestionable. Cualquier cambio ha de ser a mejor. Pero no ayuda negar la realidad. Los problemas futbolísticos que complicaron sobremanera el ascenso de Segunda RFEF son los mismos que dejaron al Hércules muy lejos de la pelea por el «play-off» el ejercicio anterior y los que le tienen antepenúltimo en este.
Reacción
Por no mutar, no han mutado ni las valoraciones después de los partidos, los análisis sobreprotectores (hasta la idealización) de los empates y las derrotas, que rara vez coinciden con los del resto de mortales (el 99% integrado por personas incapacitadas para emitir juicios razonados porque no han jugado al fútbol de forma profesional). Lo malo es que las frases hechas dejan trampas escondidas. Si repites siempre que tus jugadores se han dejado todo lo que tienen en el campo y, aun así, no da para el triunfo, o bien le estás echando el muerto al plantel «por no estar a la altura del escudo», o bien a la comisión deportiva. A ti, jamás…
Tres plantillas, la segunda modificada con exigencias expresas de Rubén para dotarla del salto de calidad exigido por el nuevo marco de competición, y la tercera remozada casi por entero para no poder reducir la queja a qué puedo hacer yo si el 70% de los que forman mi once son futbolistas de Segunda RFEF.
Nadie ha soportado unos números tan negativos como el actual entrenador del Hércules en la era Ortiz. Seguramente nadie lo habría hecho en cualquier otro sitio. El error es querer aislar los lunares de las tres temporadas, separarlos por tramos de piel. Ese troceo es puro maquillaje. Las insuficiencias detectadas hace meses, las que provocaron que se plantearan en serio rescindir el año más que le quedaba al técnico, son idénticas a las que saltan a la vista ahora. No son otras.
La grada lleva viendo el mismo partido tres años. En el primero, solo con una dosis muy apreciable alta de intensidad daba (aunque también costó una barbaridad) para superar con más o menos dificultad a bloques de clubes semiprofesionales. Luego, en la antesala de la élite, era necesario dotar de algo más a la estrategia, darle mejores armas a los jugadores, crearles un entorno seguro en defensa y sustancial en ataque. Si no lo haces porque, como el propio técnico reconoció hace una semana, te colocas en el campo en función del rival, entonces es imposible llevar la iniciativa. Ganar a la defensiva está al alcance de muy pocos.
Vía: Información