La fotografía moderna tiene un año casi fundacional: 1925. Alemania resurgía de sus cenizas posbélicas en plena República de Weimar cuando la compañía de óptica Leitz se decidió a comercializar el nuevo aparato que uno de sus ingenieros, Oskar Barnackhabía construido como prototipo en 1914: la primera cámara compacta de 35mm. Barnak, en sus ratos libres un aficionado a la fotografía que padecía asma, estaba harto de cargar con las pesadas cámaras de trípode que se utilizaban en la época. Adaptando la película que utilizaban las de cine a la fotografía, y liberándose con ello de las aparatosas placas que había que cambiar con cada disparo, creó el primero de aquellos aparejos verdaderamente portátiles y ligeros.
A partir del momento en que puso en el mercado la Leica I, evolución industrial de la Ur-Leica de Barnak, el fabricante alemán tomó al asalto la fotografía mundial. Con aquellas nuevas cámaras que cabían en un bolsillo grande, los fotógrafos podían disparar en cualquier lugar sin necesidad de preparar nada. Por fin se podían captar escenas callejeras espontáneas, o momentos íntimos en casa. A lo largo del siglo que vendría después, las cámaras de la firma alemana (el término Leica sería el resultado de unir Leitz y Camera), se convertirían no solo en una prestigiosa herramienta, sino también en una forma de estar en el mundo, mirarlo y registrarlo. Muchos fotógrafos asociarían su trabajo al fabricante alemán.
La exposición Leica. Un siglo de fotografíaque se puede visitar en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa desde este miércoles 10 de septiembre hasta el 11 de enero, recorre esos cien años de historia a través de 174 instantáneas a cargo de los más relevantes fotógrafos internacionales, incluidos 30 españoles. Hay imágenes tan icónicas e infinitamente reproducidas como el retrato del Che Guevara que Alberto Korda hizo en 1960 y que, tras la muerte del revolucionario en 1967, acabaría en millones de pósters y banderas en todo el mundo. No es la única. También está, entre muchas otras, Beso de California (1955), la foto de Elliot Erwitt de una pareja besándose reflejada en un retrovisor. O la célebre Seminariode Masats de Ramóncon su seminarista en sotana intentando parar un gol. El catalán la disparó en Madrid, en 1959, con su Leica M3la primera cámara que tuvo lentes intercambiables y telémetro integrado en el visor.
La célebre foto de Ramón Masats ‘Seminario’ fue realizada con una Leica M3 / Brian Hallett
Desde la Primera Guerra Mundial hasta hoy
La muestra solamente tiene un orden cronológico al principio, en una primera parte en la que se pueden ver las primeras fotos que Oskar Barnack realizó con los prototipos de los que empezó a disponer en 1914. Hay escenas callejeras en Wetzlar, la pequeña ciudad alemana donde estaba la sede de Leitz, y en otra, como marcando distancia con el pasado, retrata a un fotógrafo con cámara de trípode en plena acción. Todo en él parece más anquilosado y torpe. También vemos una hecha por el presidente de la compañía, Ernst Leitzen las calles de Nueva York aquel mismo año. El empresario dispara desde la acera sin que parezca llamar mucho la atención de quienes pasan por allí.
Por entonces, la empresa seguía siendo famosa por sus microscopios. “En cuanto Barnack terminó su primera cámara estalló la Primera Guerra Mundial, y aquellos no eran muy buenos tiempos para desarrollar productos de consumo“, comentaba este martes en Madrid, durante la presentación de la exposición, Andreas Kaufmannpresidente actual de Leica. La primera foto de la muestra hecha con una cámara ya salida de fábrica, de la primera tanda con producción industrial, es cómica: un perro apoyado en una vieja emisora. La hizo el propio Barnack, se llama Operador de radio aficionado y es de aquel año clave, 1925.
De ahí en adelante la sección se divide en diferentes secciones temáticas: Instante es la que recoge esos momentos surgidos del azar y con una poesía especial, como la de Masats, que solo se podían captar con una cámara ultraportátil como serían las Leica. En Calles hay varias de autores españoles: Alberto Shrying dispara a la carrera en una calle de San Juan De Luz, Carlos Saura capta una escena sevillana y Xavier miserachs recoge ese famoso e incómodo piropo a una mujer en una acera de Barcelona. Entre mucho blanco y negro, una instantánea de Gonzalo Juanes de 1965 con mucho color retrata a la gente bien madrileña que se mueve y se divierte en la calle Serrano. Las criaturas de las calles de Nueva York inmortalizadas por Bruce Davidson O Joel Meyerowitz también tienen aquí su hueco.

De Gonzalo Juanes se exhibe una de las imánges de su serie ‘Calle Serrano. Madrid. 1965’. / Proporcionó
Las que forman parte de Experimentos juegan con las formas, las texturas o las siluetas, y tienen un punto más abstracto, como el andamio de la construcción de un edifico alto que recoge Paco Gámez en Madrid, 1973otra del total de cinco fotos de la exposición disparadas en la capital, o los coches que dibujan huellas en la nieve que parecen trazadas con compás en El rostro de la callede Key L. Nilson (1961). Son imágenes de objetos artificiales o mecánicos que contrastan con la aproximación más espiritual del chino Jing Huangganador del premio Leica para fotógrafos emergentes en 2011, en su foto (Pureza Visual2011) de dos siluetas humanas en un delicado paisaje natural.
Hay secciones dedicadas a la fotografía de Mujeresesta más colorista que otras en las que manda el blanco y negro, como la imagen de una flor de la serie Metamorfosis con la que Herlinde Koolbl se hizo con el premio Fotografía del año de Leica en 2024. Y las imágenes de víctimas de hambrunas en Etiopía de Sebastião Salgado comparte protagonismo con las de la Guerra Civil española de Agustí Centelos en el capítulo Social. Los últimos capítulos serán Climadonde duele la imagen de una exhausta bombera forestal de la reportera de guerra Lynsey Addarioy Paisajeen la que conviven el escenario de occidental del Valle de Monumento de Apisak Kanjanapusit con la España vaciada de Villar de Cantos que retrata Navia.
Cámaras objeto de deseo
“Desde el principio la misión de Leica fue apoyar el poder de la fotografíay lo hacemos acompañando, estando ahí para nuestros fotógrafos en todas partes del mundo, creyendo en ellos”, subrayaba Karin Rehn-Kaufmanndirectora de la Leica Gallery International y comisaria de la muestra. La mayor parte de lo que se exhibe procede del gigantesco archivo que posee la compañíay que solo empezaron a digitalizar de manera sistemática hace dos años. Muchas obras las tienen todavía solamente en formato impreso. Una pequeña parte de ese archivo, decía Rehn-Kaufmann, es lo que se puede ver en la exposición madrileña.

La exposición consagrada al centenario de Leica también exhibe algunos de sus modelos de cámaras más relevantes, empezando por la primera, la Leica I. / Brian Hallett
Más allá de las obras, en el recorrido hay una sala dedicada a la historia de Leica, con una detallada cronología contando su historia, revistas editadas por la casa en diferentes décadas e idiomas y publicidades y folletos de instrucciones. También están las protagonistas: las cámaras. Hay una Leica I de 1925 y una Leica II de 1932. Y desde ahí, hasta los modelos actuales. Las cámaras Leica son hoy un exclusivo objeto de deseo, todavía epítome de la mejor calidad fotográfica. La marca tiene 28 galerías (en la firma prefieren ese término al de ‘tiendas’) en todo el mundo, incluida una en la arteria del lujo madrileño que es Ortega y Gasset. En esos espacios, los aparatos y las obras realizadas con ellos comparten el mismo nivel de empeño expositivo. Son piezas a admirar por quien los visita, para comprar o para simplemente disfrutar con la contemplación.
Este miércoles por la tarde inauguran en sus salas otra exposición, a la que han titulado Momentos mágicoscon grandes nombres de la historia de la fotografía, y que puede ser un buen complemento de esta. Aunque más morbo tendrá lo que mostrarán al público el día 27 de este mes: la Leica Noctilux 50mm que hicieron a medida para el Papa Francisco y que le regalaron el año pasado. Una edición personalizada en color blanco papal y con el logo del Vaticano que lleva el número de serie 5.000.000 de la marca. Se subasta en noviembre con fines sociales como indicó en su día el difunto pontífice, pero antes se podrá ver en diferentes ciudades del mundo, Madrid entre ellas.