No hay festejo que se precie de ser tal sin una bromael postre que se convirtió en un símbolo cultural y en el as bajo la manga de cualquier reunión familiar o cumpleaños. Su origen se remonta a 1982, cuando la redactora creativa Marité Mabragaña, buscando combinar los productos de sus clientes Chocolinas y el queso crema Mendicrim, dio con esta receta simple, deliciosa y, lo más importante, ¡sin horno!.
La chocotorta clásica, con sus finas capas de galletitas de chocolate empapadas en café o leche y el relleno de queso crema y dulce de leche, es un éxito que no falla. Pero si buscás sorprender a todos, te traemos dos variables que llevan este clásico de la repostería a otro nivel.
Dos chocotortas distintas para que sorprendas a tus invitados
La chocotorta de frutillas combina la intensidad del chocolate con un toque frutal y fresco. Para hacerla, necesitás galletitas de chocolate, queso crema, crema de leche, dulce de leche y frutillas frescas. Batí la crema con el queso hasta obtener una mezcla lisa y agregá el dulce de leche.
En una fuente, armá capas de galletitas previamente humedecidas en leche y cubrilas con la crema. Entre cada capa, añadí rodajas de frutillas para aportar sabor y color. Continuá hasta completar el molde y finalizá con una capa de crema.
Decorá con frutillas enteras o en láminas. Llevá a la heladera al menos cuatro horas antes de servir para que quede bien firme. Este postre sin horno es ideal para quienes buscan darle un giro fresco y frutal al clásico argentino.
Chocotorta blanca: una opción distinta
La chocotorta blanca es una variante fresca y delicada del clásico postre argentino. Para prepararla, necesitás galletitas de vainilla (o las de chocolate blanco de la misma marca de las tradicionales), queso crema y dulce de leche.
Comenzá batiendo el queso con el dulce de leche hasta lograr una mezcla suave. En una fuente, armá capas alternadas de galletitas humedecidas en leche y la crema preparada. Repetí hasta completar el molde y finalizá con una capa de crema bien pareja. Llevá a la heladera por al menos cuatro horas, idealmente de un día para el otro, para que tome cuerpo y sabor.
Antes de servir, podés decorarla con virutas de chocolate blanco o frutas frescas. Es una opción rápida, sin horno y perfecta para los que buscan una versión más liviana de la chocotorta tradicional.