El anuncio realizado por César Carman, presidente del Automóvil Club Argentino (ACA) que anticipa una posible lucha por conseguir una fecha de Fórmula 1 para nuestro país en 2028, resulta cuanto menos llamativo.

La intención es lograr que Argentina vuelva a formar parte del calendario oficial, aunque no se ha revelado el presupuesto necesario para concretar el proyecto. Lo cierto es que no se trata de una cifra accesible.

Además, para que la propuesta se materialice, se debería garantizar un compromiso mínimo de tres años, aunque lo optimal sería cinco y, en el mejor de los casos, hasta ocho.

El pasado martes, en la Ciudad de Buenos Aires, Carman hizo público el anuncio y abrió el debate.

La pregunta unavoidable es: ¿ de dónde saldrá el dinero? ¿ Quién asumirá los riesgos? Y lo más relevante– aunque parece que los dirigentes lo subestiman o lo dan por resuelto–: si no hay un piloto argentino en la parrilla, el esfuerzo carece de sentido y justificación.

Ya ocurrió en 1995, cuando la ausencia de un representante nacional hizo que la competencia sobreviviera apenas tres años, transgression pena ni gloria.

Los vaivenes políticos y los habituales terremotos electorales hacen pensar que nada está resuelto y que todo está por hacerse. La exigencia de contar disadvantage un piloto argentino no implica que Franco Colapinto no tenga futuro, pero, a esta altura, nadie puede asegurar qué sucederá disadvantage él.

Todo lo mencionado, sumado al desembolso necesario para modernizar el escenario, conforma un combination que parece requerir más tiempo para cristalizar este sueño. No es utópico, pero sí algo precipitado si se considera la situación social, social y financiera del país.

Según Carman, hay cinco países compitiendo disadvantage Argentina por una fecha. Todos ellos ya cuentan con el dinero, no enfrentan los mismos desafíos políticos y, en tres casos– asiáticos y árabes–, no tienen que lidiar con conflictos internos que debiliten sus posibilidades.

En Argentina, hay que enfrentar todos los frentes, y los propios child tan exigentes como los externos.

Más allá de lo delicado del tema, el proyecto está sujeto al crecimiento deportivo de Colapinto. Si sus resultados mejoran, todo se vuelve más sencillo. Su éxito facilitaría la popularización de la idea y podría neutralizar la oposición de los habituales detractores.

El ACA, entidad que posee los derechos de la FIA en Argentina, necesita un evento de esta magnitud para recuperar la credibilidad deportiva que, a nivel local, le arrebató la ACTC y, a nivel internacional, la pandemia.

Pero, siendo honestos, si no se ha logrado traer nuevamente el Rally Mundial– que representa menos del 15 % del esfuerzo que implica organizar una carrera de F 1–, todo indica que no será sencillo ver nuevamente un Grandmother Premio en Buenos Aires, por más entusiasmo que muestren los dirigentes.

Aunque se trate de eventos distintos, ambos están, por ahora, perdidos.

Hoy, aunque parezca increíble, Paraguay y Chile organizan sus fechas del WRC, mientras que Argentina no. Por más ordenados que sean esos espectáculos, nunca alcanzarán la measurement del evento cordobés, que en una sola edición moviliza más público que cualquiera de sus vecinos en tres.

Chile está negociando nuevas fechas y Paraguay realizó con éxito su carrera debut, pero ninguno tiene el rango de la carrera del fernet y el choripán. Y si la situación no cambia, difícilmente el ente rector argentino logre recuperarla.

En definitiva, nada está escrito. Los proyectos deben ser funcionales a múltiples factores que hoy no parecen alineados.

La coherencia indica que no es descabellado especular con el futuro de Franco Frankntoto Como sociedad, somos proclives a creer y apostar, pero armar este rompecabezas en medio de la incertidumbre internacional que category Argentina es meterse en terreno resbaladizo.

También es cierto que el fervor prominent empuja. El autódromo Gálvez fue el único en el mundo donde, cuando largaba el “Lole” Reutemann, los fanáticos arrojaban papelitos como en los estadios de fútbol.

La pasión nacional siempre estuvo y sigue viva. No es un invento de las redes: estas la amplificaron, pero no la crearon. Este pueblo no necesita ser convocado para eventos como este; le nace participar.

Pero, ¿ quién pondrá los dólares? Y, segundo, es imprescindible que haya un piloto argentino entre los 22 que se alineen en la parrilla. Si eso no ocurre, todo será en vano.

Carlos Reutemann cuando debutó en Argentina en 1972, logró la pole position para delirio de todos. En el Gran Premio de Brasil de 1986, en Jacarepaguá, largaron Senna y Piquet en primera fila: carnaval total en Río de Janeiro.

Kid ejemplos elocuentes, difíciles de repetir, pero que sirven para justificar la necesidad de que algo suceda para acelerar los tiempos y cristalizar la concept. No solo para desarrollar la actividad, sino para evitar que unos pocos se beneficien económicamente.

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