Xabi Alonso experimentó en el derbi madrileño contra el Atlético su segundo gran revés como entrenador del Real Madrid. El primero fue contra el PSG en el Mundial de Clubes (4-0) y quedó tapado con el argumento de que pertenecía a otra época, en concreto la de Carlo Ancelotti. Ese fue el escenario que dibujó el técnico vasco, quien, pese a las dosis de derrotismo y autocrítica que emitió tras el 5-2 frente al Atlético, pronunció otro parapeto que no encaja con la filosofía blanca.
La expresión de la que nadie quiere oír hablar
“Esta derrota no la olvidaremos, pero esto es LaLiga y estamos en construcción. No hemos dado el nivel y tendremos que subirlo. Debemos utilizar este dolor de una manera positiva”lamentó Xabi Alonso. Lógicamente, que este correctivo haya llegado a estas alturas de la temporada, después de una racha triunfal de seis triunfos, es mejor que un topetazo en cuartos de la Champions. La pasada campaña el Real Madrid empezó a desdibujarse en los ‘clásicos’ y terminó en la cuenta, contra el Arsenal, en la gran competición europea.
Existe, además, una circunstancia semiótica importante, como es el hecho de esta “en construcción”. De los 11 titulares que dispuso Xabi Alonso en su 4-4-2 frente al Atlético de Simeone, solo dos no estaban en la plantilla del año pasado: Álvaro Carreras y Dean Huijsen. Eso sí, dos a los que el primer derbi madrileño les pasó por encima. Pero era el mismo número de ‘rookies’ que puso en liza el ‘Cholo’: Hancko y Nico González, quienes sí cayeron de pie en la exhibición ‘colchonera’ en el Metropolitano ante el gran rival de la ciudad.
Con todo, la expresión “en construcción” es algo de lo que no quieren oir hablar en el Real Madrid. Porque es el mismo argumentario que echaron en cara al Barça cuando el tocayo y excompañero de Xabi Alonso, Xavi Hernández, lo pronunciaba sin cesar en la fase de acomodo de un club que estaba viendo qué camino escogía en las tinieblas. En Chamartín reina la sensación de que tras el esfuerzo inversor de este verano, con 181 millones en fichajes, debería ser más que suficiente para competir. La lectura de la debacle en el derbi se hace en términos similares a la sucedida frente al PSG.
Dos cambios de esquema, dos varapalos en el ‘Día D’
Se pone a Xabi Alonso en el centro de la diana, porque fue el propio técnico vasco el que, con su planteamiento, en ambos casos, desnaturalizó a un Real Madrid que, con sus defectos funcionaba. Pero a la vez, este giro estratégico reveló las carencias que todavía mantiene el club. Contra el PSG, que pasó por encima de su rival sin demasiado esfuerzo, el tolosarra intentó aplicar una decisión salomónica que no funcionó. Puso, por primera vez en el campeonato, a Vinicius y Mbappé juntos, lo hizo sin sacrificar a Gonzalo, su hombre más en forma en ese momento.
Todo ello después de insinuarle la suplencia al brasileño en un entrenamiento previo y de la que se libró por la lesión de Trent Alexander-Arnold. Frente al Atlético, la jerarquía volvió a pesar sobre la meritocracia, uno de los debes que precisamente se le achacaban a Ancelotti. Bellingham gozó de su primera titularidad tras su lesión en el hombro en el primer ‘Día D’. Lo hizo en un esquema de cuatro centrocampistas que, paradójicamente, provocó en el Madrid la pérdida del control del juego.
Xabi Alonso, en su corta pero intensa carrera como entrenador, siempre ha mostrado un libreto extenso. Aunque su aplicación en el Real Madrid no será tan fácil como en el Bayer Leverkusen, donde contaba con perfiles muy específicos para llevarlo a cabo. Además de la rectitud con la que se acataban sus decisiones en un equipo construido a su alrededor. En el Real Madrid, el control había mejorado al club en estas primeras semanas de campeonato, pero en la primera curva, el sistema saltó por los aires. La presión, señal de identidad en las jornadas iniciales, saltó por los aires, y sin la iniciativa, el Madrid fue otro.
Cómo el Leverkusen se hizo fuerte en los partidos grandes
El exjugador blanco logró en Leverkusen algo a lo que ningún otro entrenador se había ni siquiera asomado y que permitió quitarle la pátina de perdedor al equipo al que todos conocían en Alemania como el ‘Neverkusen’. Un eterno ‘parecía que sí’. Conquistó su primera Bundesliga con el Bayer e hizo doblete de Copa, siendo además subcampeón de la Europa League, cuya final puso a una racha de 51 partidos sin perder. Esa revolución es una carta argumental que, junto con su pasado madridista y filosofía, llevó al Real Madrid a elegirle antes de decidir cuándo echaría a Ancelotti.
El éxito del periplo germano se basó, precisamente, en la capacidad de la ‘Xabineta’, como se denominó el ‘vehículo’ que logró armar, para acelerar en los encuentros importantes. En sus tres primeros enfrentamientos contra el Bayern no perdió una sola vez y en su camino hacia la final de la copa se llevó por delante al conjunto bávaro. Lo básico para una temporada de éxitos, como igualmente lo es no fallar en un derbi madrileño o un clásico. Porque sí, los rivales pueden perder un reguero de puntos en campos como Vallecas, donde el Barça sufrió su primer desliz, pero nunca producirá tal sensación de vulnerabilidad.
El Atlético ha puesto a Xabi Alonso contra el espejo. Le ha recordado, por ejemplo, la ausencia de un Florian Wirtz que quiso de mil formas, pero que nunca llegó, al considerar (ni un perfil similar) en la ‘casa blanca’ que había centrocampistas de sobra para armar un plan de juego creíble. Sin embargo, salvo Güler, en su viaje de la banda al centro, el vasco no ha encontrado en el campo un aliado de sus ideas. El resultadismo, la presión tras pérdida y la voracidad de Mbappé habían tapado la ausencia de fútbolque vuelve a estar en la lista de problemas recurrentes de un proyecto “en construcción” que no tendrá tiempo para ello.