El viernes después del cierre de los mercados todo se veía muy oscuro en el país y no por la tormenta climática que se venía. Un fin de semana que en las mesas familiares y de amigos se habló de lo mal que pintaba la economía, con un dólar a más de $1.500 y un riesgo país por las nubes, y con el temor de siempre de un default.
Pero este lunes, de repente, todo pareció a volver a ser brillante, a salir la luz del sol. La declaración del secretario del Tesoro de Estados Unidos -quizás el funcionario más importante del gobierno de Donald Trump- generó un cambio de humor, pero no sólo en los mercados. Ni hablar para el gobierno de Javier Milei. Ya hasta los canales de TV no pronosticaban tiempos difíciles como el viernes, sino una “salvación”, al menos financiera, que quizás el ciudadano de a pie no entienda pero que se ilusiona con que ya no le sigan aumentando los precios en el súper o la almacén.
Se pasó del pesimismo al optimismo. Y uno se pregunta ¿y con qué condiciones llega este respaldo poco frecuente de una potencia a un país que no encuentra la salida a sus crisis? Aunque las condiciones específicas de la ayuda de Estados Unidos a Argentina aún no se han detallado públicamente, hay indicios claros sobre las expectativas que Washington tiene. En el mercado interno pedirá ¿una libre flotación del dólar o directamente una economía dolarizada? “Si el Sr. Milei desea la ayuda de EE. UU. para minimizar el riesgo de impago y mantener el acceso a los mercados de capitales, podría empezar por proponer la dolarización”, lo dice el Wall Street Journal.
¿Una libre flotación del dólar o directamente una economía dolarizada?
Las respuestas estén el lunes 27 de octubre, el día después de las elecciones nacionales de medio termino que debe afrontar el gobierno libertario, donde pone mucho en juego, sobre todo su capital político.
El respaldo de Estados Unidos se interpreta como un apoyo a las reformas económicas del gobierno argentino, en particular a la disciplina fiscal. La Casa Blanca ve en el país un aliado estratégico en América Latina y espera que mantenga la senda del ajuste fiscal y la desregulación para romper el “largo historial de declive”. En ese sentido, hay que recordar que desde el FMI siempre se pidió, y reiteró muchas veces, no excluir a los que menos tienen del plan económico. Ese punto estaría en discusión si uno se deja llevar por lo vetos a las mejoras para los jubilados, o a la ayuda para las discapacitados.
Y el tema de la deuda “eterna” siempre sobrevuela y da pánico.
El kirchnerismo se jacta ahora en decir que “hay olor a default”, pero cuántas veces el Gobierno de los Fernández (Alberto y Cristina) se sentó a negociar con el Fondo para evitarlo.
Ahora parece todo verse con otros ojos, con esperanza. Pero ¿hasta cuándo durará ese optimismo? ¿Hasta después de las elecciones?