Las reformas fueron más allá de las soluciones de emergencia. Prepararon el escenario para una transformación verde. Al enmendar la legislación de energías renovables, el gobierno se comprometió a una energía renovable del 27 por ciento en el consumo total para 2030, con un 30 por ciento en la combinación de electricidad.

Los resultados son visibles: se han lanzado y contraído licitaciones para 165 MW de capacidad renovable y se introdujo un mecanismo de facturación neto, lo que aumenta el número de prosumadores. En abril de 2025, más de un tercio de la electricidad de Moldavia ya provenía de las energías renovables locales. El ministerio también ha apoyado el desarrollo de comunidades energéticas, biocombustibles y proyectos piloto para la eficiencia energética. La transición verde ya no es un eslogan, sino una realidad creciente.

Más que política energética: un proyecto político

La digitalización también está remodelando el sector. Con el apoyo del Programa de Desarrollo de la ONU y el gobierno italiano, ya están en su lugar 35,000 medidores inteligentes, con el objetivo de llegar a 100,000 para 2027. Estos no son solo gadgets: reducen las pérdidas, permiten el monitoreo en tiempo real y brindan a los consumidores más control. Mientras tanto, los regímenes de ‘sandbox’ para innovadores energéticos, las plataformas digitales para la comparación de precios y el cambio de proveedor simplificado están arrastrando el sector energético de Moldavia al siglo XXI.

Estas no son reformas técnicas de forma aislada; Son actos políticos. La independencia de la energía se ha convertido en la columna vertebral de la trayectoria de la UE de Moldavia. Al transponer los terceros y cuarto paquetes de energía de la UE, adoptar el Plan Nacional de Energía y Clima Integrado, y participar activamente en plataformas europeas, con el apoyo técnico de la Secretaría de la Comunidad Energética que ayudó a las autoridades a navegar por estos desafíos, Chișină está demostrando que la integración no es solo una aspiración diplomática, es una realidad viva.

Las asociaciones con Rumania han sido centrales. El memorándum de energía 2023, los proyectos de infraestructura conjunta y las iniciativas transfronterizas de almacenamiento y equilibrio han anclado a Moldavia firmemente en la familia europea. Paso a paso, el país se ha convertido no solo en un consumidor sino también un socio creíble en el mercado energético europeo.

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