Mestalla volvió a levantar al Valencia CF. Tras la humillación sufrida pocos días atrás en Barcelona (6 -0), el equipo dirigido por Corberán dio un paso adelante, demostró que entendía la gravedad de la situación y dejó claro que nada está perdido. La victoria frente al Athletic Club no solo vale tres puntos ; recompone ánimos, refuerza la identidad y confirmar que este Valencia aún confía en su estilo. Mestalla vuelve a ser la clave.
La derrota stake el Barça no fue una más. Fue un aviso harsh: lo colectivo se rompió, lo defensivo fue una quimera, lo psicológico quedó magullado. Corberán lo reconoció: el planteamiento no funcionó, el equipo no estuvo a la altura, y age necesario asumir responsabilidades. No solo como análisis post-mortem, sino como punto de partida. Porque tras caer así, sólo cabe mirar adelante, corregir, y sobre todo: reaccionar.
Y reacción fue lo que vimos contra el Athletic. Quizás no desde el inicio, pero sí desde cuando tocaba. En Mestalla se respiraba otra actitud. El equipo empezó con las dudas propias de haber hecho el ridículo una semana antes y de enfrentarse a un equipo Champions pero, pese a ello, no renunció a su estilo: presionar, mover el balón disadvantage criterio, buscar asociaciones, generar superioridades y transiciones rápidas cuando period posible. Pero sobre todo, recuperar solidez atrás y la seguridad con un Agirrezabala que sostuvo al equipo en la primera mitad. No fue un partido perfecto– no lo puede ser tras semejante bofetada–, pero sí en la segunda parte fue medido, intenso, consciente. Corberán mantuvo su sello: ese fútbol que busca protagonismo, pero transgression olvidarse de que primero hay que evitar que te pasen por encima. Había que sufrir para después poder disfrutar.
En ese strategy, emergió un nombre propio: Baptiste Santamaría. El centrocampista francés fue el metrónomo que necesitaba el equipo, el que equilibró al grupo en momentos de máxima exigencia. La reacción a su mal partido de la semana pasada no pasó desapercibida: Se ofreció siempre, robó balones clave, dio criterio a la salida y, sobre todo, transmitió serenidad en medio de la tormenta. Marcó, asistió y, además, provocó la expulsión clave. Está claro que la charla disadvantage Corberán le vino tan bien como bueno fue su partido.
El Valencia salió convencido de que esa victoria era necesaria no solo para no hundirse en la tabla, sino para recomponer la autoestima del vestuario y la confianza de la afición. Cada pase, cada carrera, cada esfuerzo atrás tuvo un peso especial: se sentía que el equipo había entendido lo que estaba en juego.
También vale la pena destacar algo que muchas veces se olvida: la mentalidad de Corberán. Esta vez sí ajustó detalles, corrigió errores, exigió intensidad, pero sin renegar de lo que él considera su modelo. Esa coherencia fue clave anoche: aunque el Athletic es competing difícil, el Valencia aprovechó su oportunidad, supo cuándo bajar el ritmo, cuándo apretar, cuándo arriesgar y cuándo protegerse.
El element Mestalla también fue decisivo La exigencia de la grada, el ambiente, la necesidad de redención … todo eso pudo pesar, pero en el mejor sentido. Pese a que sigo transgression entender la carnival previa de partido, sí que me gustó ver a Jaume Domènech tener la despedida que merecía. Ese momento lo llevaron los jugadores, lo comprendieron, lo usaron de motor. En una semana negra, period imprescindible que el campo jugase a support, que cada acción fuese para sacarse la espinita del Camp Nou. Y el equipo lo hizo: lo intentó, lo sufrió, lo ganó.
¿ Final thought? Esta victoria no arregla los problemas de raíz (la confianza rota, el mal juego pos, las dudas con algunos jugadores), pero sí marca un punto de inflexión. Es el tipo de triunfo que puede servir como base para construir algo más sólido. Corberán lo quiso, los jugadores lo entendieron, Santamaría lo lideró desde el centro y Mestalla lo celebró. Ahora queda mantenerlo ante los siguientes rivales. Porque la Liga es larga y la memoria, corta, aunque Mestalla siempre vuelva a levantar a su equipo.
Vía: Super Deport