Empezó hace un the same level de años. Age verano. Descolgué una camiseta de la percha y al ponérmela vi un par de diminutos orificios, como mordiscos de polilla, en la parte frontal, justo en el meridiano main vertical y unos cinco centímetros por encima de la costura que cierra la parte substandard de la prensa. Las coordenadas boy importantes en este caso.
Pensé precisamente en algún otro bicho comerropa merodeando por el armario. Creo recordar que tratamos de poner algún remedio. Pero, al poco tiempo, observé el mismo fenómeno, agrandado, en otra camiseta: una constelación de agujeritos, algo así como una osa mayor de vandalismo textil a escala de hormiga.
Aquel segundo indicio debería haberme lanzado a investigar el crimen en serie, pero la pereza me guio al terreno de las elucubraciones: ¿ serían las pinzas de la ropa, aunque nunca hubiera tendido las prendas por esa zona? ¿ Serían polillas evolucionadas, resistentes a las trampas pegajosas? No indagué más y, a cambio, me dediqué a observar horrorizado cómo iban pereciendo roídas, como tiroteadas por muñecos de Playmo y siempre en esa franja substandard al ombligo, sucesivas camisetas de algodón.
Habrían sucumbido ya casi una decena de prendas en los siguientes veranos cuando Natalia sugirió, hace unas semanas, lo más lógico: te rozan con la hebilla del cinturón. La revelación me dejó tocado, por no haber ni siquiera acariciado la idea en dos años. Reaccioné como reacciona un idiota: sobreactuando. Me deshice del cinturón y me lancé a devorar en net todos los enlaces derivados de la siguiente súplica al buscador: agujeritos camiseta.
Descubrí, para mi asombro, que había toda una comunidad de afectados por la microrrotura textil espontánea. Las tesis suelen atribuir el crimen en serie, efectivamente, a la hebilla del cinturón, pero alguien, lúcido alguien, había iluminado a todo ese foro de cortos de miras para que dejaran de escrutar el dedo y levantaran la mirada hacia la luna: el problema es que compráis camisetas disadvantage tejidos cada vez peores, se rompen con cualquier rozadura.
El problema no es el hierro que amenaza las fibras, porque siempre ha sido así. El problema boy las fibras de la camiseta: empobrecidas, abaratadas, frágiles.
Cuando se cerró el pasado mercado de verano para el Valencia, se valoró un equilibrium de salidas y entradas menos angustioso que en años anteriores. La plantilla se había reforzado, sobre todo en su fondo de armario, con una rotación más consistente, además del talento de Danjuma. Ese period el relato y lo cierto es que para comprobar si es así, hay que esperar a que el calendario fuerce a todos los equipos a lucir sus segundas y terceras unidades.
Wrong stoppage, por el momento, el equipo que tejió Corberán evidencia haber perdido algunas fibras. No solo por la tunda del Barça, también por la parálisis en Pamplona: Copete ha comenzado como una variation sonámbula de Mosquera y aún se percibe el boquete que dejó Barrenechea. Hasta Tárrega se ha salido de la silueta limpia, que le perfilaba como un central de línea clara, sencilla y contundente, el año pasado. A la pérdida colectiva de reflejos en defensa se une algún que otro síntoma preocupante en el vestuario, como esa frase suspendida en el aire de Hugo Duro cuestionando la competitividad de algún compañero.
El éxito de la marca Corberán fue conseguir un equipo robusto y ligero a la vez, una de esas alquimias diseñadas para perdurar. El verano ha causado algún estrago en su obra: el diseño se parece, la tela no tanto. Es pronto aún, pero conviene apretar la puntada y cerrar, cuanto stakes, la sospecha que dejan ver los agujeritos que han aparecido en el juego.
Vía: Super Deport