Belgrano siendo Belgrano. El mejor Belgrano.
El que juega, el que mete, el que representa su idiosincrasia. Ese Belgrano conmovió. Ese Belgrano alegró. Ese Belgrano le dio una tarde/noche mágica a su gente en Villa Mercedes, donde le ganó 3-1 a Newell’s y se metió en las semifinales de la Copa Argentina.
Se impuso con dos goles de Franco Jara y uno de Lisandro López. Fue un delirio para 16 mil celestes que vivieron una jornada de ensueño en el antes, el durante y el después. Lo que te contamos en esta crónica de La Voz.
La previa
Lo que generó Belgrano en la previa merece mención especial. Decenas de colectivos, cientos de autos, miles de sueños. Pintando la ruta de celeste, de Córdoba a Villa Mercedes, para armar una peregrinación mayúscula e inolvidable para sus protagonistas.
Esa marcha de fe se reunió en el predio Espejo de Agua, donde el festival de asados elevaba humos por los cielos de la ciudad. Había música, bailes, bombos. Había un clima de barrio Alberdi. Ese lugar fue una sucursal de Belgrano en otra provincia.
Como había sido en Rafaela, cuando le ganó a Real Pilar en 32avos de final.Como había sido a mitad de año en la misma Villa Mercedes, con el 3-2 a Defensores de Belgrano de Buenos Aires.Como había sido en Rosario, en el 2-0 a Independiente por los octavos de final.Ese Belgrano trascendente en el país tuvo otro acto este miércoles en San Luis.
Y es una costumbre que ya no llama la atención de las poblaciones locales.—Sabemos que viene Belgrano y hay que reforzar todos los servicios —dijo un inspector de tránsito de Villa Mercedes.
Bares a pleno, kioscos con cola de espera y el hielo como bien escaso. Cosas de Belgrano. Cosas de la gente de Belgrano. Y de figuras de Belgrano.
Porque a La Pedrera fueron celebridades. Como Julio Mugnaini, exgoleador del equipo y autor de uno de los goles más gritados en la historia de la institución: el del 1-0 ante Quilmes en la Promoción de 2001, en el estadio Gigante de Alberdi.
A Mugnaini le dicen “Tiburón”, y no era el único con ese apodo en el lugar. El otro era José Meolans, uno de los exnadadores más grandes del país, que fue con uno de sus hijos para alentar a Belgrano.
Y así. Todos conocían a alguien. Todos se abrazaban con alguien. Esa previa fue así de maravillosa.
El partido
Fue un primer tiempo de locos. Jugado con clima de final, con los mejores condimentos del fútbol argentino: dos hinchadas, cánticos permanentes y jugadores metiéndole un plus a cada jugada.
La gente de Belgrano fue un delirio. Estaba intensa como siempre, y más que nunca. Si hasta sintió que, cuando Newell’s se puso arriba, podía ser factor para la reactivación del equipo.Cero reproche. Diez en aliento.
Y así acompañó el crecimiento de un equipo que fue al frente por el empate, que consiguió a través de Franco Jara, justamente un jugador-hincha. Jara se arrancó el corazón en ese festejo y lo entregó a esas 16 mil almas que estaban ahí.
Hubo gente llorando. Sí, para tanto. No era un partido más. Era una final. Tenía clima de final.Todo se protestaba. Todo se pedía. Se pegaba también. Se jugó con pierna (muy) fuerte.
Y Belgrano y su gente se fueron al entretiempo sintiendo que merecían más. Por unas chances de Uvita Fernández y por la actitud del equipo, que se entregó, que intentó, que compitió.
El gesto de ese cierre fue el de Lucas Zelarayán, pateando con furia una pelota a pura bronca y gritando:—¡La concha de su madre!
Era la frustración de un Belgrano que se sintió ganador aun perdiendo y aun empatando.
Ah, el entretiempo… Las dos hinchadas alternándose gritos y dedicatorias. Un “colorido” de otro tiempo, pero en este tiempo.
Y el inicio del segundo tiempo marcó ese mismo ritmo que el primero.Todo se fue a las nubes con el gol de Lisandro López. Y otra vez, con un festejo para la gente: haciendo el pirata, con la mano izquierda sobre el ojo izquierdo. Y los abrazos contagiados en las tribunas.
Fue un delirio. La gente terminó cantando después del gol de López esto:“El día que me muera yo quiero mi cajón… pintado color celeste… como mi corazón”.
Fueron momentos de éxtasis en La Pedrera. Lo que siguió era lo esperable: Newell’s ganando metros y poniendo a Belgrano en el rol del equipo contragolpeador.
Los jugadores de Belgrano estaban con el límite de entrega al máximo. Nadie estaba indiferente a ese momento del partido. Tanto que iban 20 minutos y el entrenador Ricardo Zielinski ni pensaba en variantes.
Igual, las piernas iban bajando su potencia y se notó en una de las chances de gol que Uvita Fernández desperdició. Justamente el delantero fue el primer reemplazado.
Y la recta final del partido se suponía dramática. Y la gente “jugó” otra vez. Le metió cuerpo y alma a esa resistencia.
Y después llegó el tercer gol de Jara y todo fue un mágico sueño del alma, como canta La Mona Jiménez.Llantos, gritos… Gritos como el de un hincha a la cámara de La Voz para festejar ese 3-1.
Belgrano le dio una alegría maravillosa a su gente. Jugó a lo Belgrano. Ganó a lo Belgrano. Lo vivió a lo Belgrano.
Habrá que anotar el 17 de septiembre de 2025 como un día para la historia. Día sin igual de comunión hinchas-jugadores.Belgrano está en semifinales de la Copa Argentina. Su gente está en las nubes. Sueña. Quiere más. Quiere todo. Y lo quiere ahora.